La paz total es una utopía. Ni siquiera en el cementerio donde todos están quietos. En Macondo, por ejemplo, para visitar a un familiar muerto hay que entrar al camposanto en la mañana, pues por la tarde están los jíbaros discutiendo con los drogadictos sobre la plusvalía del humo y el sentido del artículo 22 de la Constitución Política, aplicando la teoría de Nuccio Ordine sobre la utilidad de lo inútil.

El nuevo proyecto de paz total es un patacón sin sal, que contradice todas las teorías de criminalística moderna. Ya lo dijo el procurador General de la Nación: “Los criminales deben estar donde la ley ordena, en prisión”. Ahora bien, si los jefes de bandas ya están condenados, lo que corresponde al Gobierno es vigilarlos para que no se escapen, para que cumplan su sanción y salgan como nuevos ciudadanos resocializados en cárceles productivas a que hace referencia la Ley 2446 de 2025, pues si se portan mal ofrecerles una alternativa en El Salvador en las dos cárceles de Bukele: El Cecot o El Alcatraz.

No veo argumentos fuertes para que el gobierno actual siga perdiendo el tiempo con una delincuencia que no tiene voluntad de paz, y que no se acogieron a los beneficios que dio el presidente Santos en el acuerdo anterior; se burlaron de la ley y crearon nuevos grupos armados o disidencias. Inclusive, es casi imposible que esta iniciativa sea aprobada en el Congreso de la República. Con todo respeto, señor ministro de Justicia, no insista en propuestas de poca utilidad que perjudican no solo al pueblo colombiano, sino también a la izquierda colombiana, que está demostrando así su falta de gobernabilidad.

La paz se logra aplicando los principios de legalidad y de autoridad de la Constitución Política. No se necesitan nuevas normas. Se requiere voluntad política y pantalones para aplicar dichas medidas con el respaldo de una fuerza pública fuerte, equipada y motivada desde lo más alto de la institucionalidad.

Es bien sabido que desde el comienzo de la humanidad quien la hace la paga. Así lo señala la Ley de las XII Tablas, el Código de Manú, el Código de Hammurabi y toda la legislación penal del mundo moderno. Nada de perdón, incentivos maliciosos o perversos, lo cual demuestra un Estado débil y corrupto.

Ahora bien, si se trata de una estrategia política para conseguir votos, resuelvan los tres problemas más graves que tiene Colombia: inseguridad, salud y desempleo. Si no lo logran, la derecha junto con el centro les quitan el poder en las elecciones de 2026.

Cui Bono, dijo Marco Tulio Cicerón en el año 80 A.C.

@FcuelloDuarte