El Atlántico vive una transformación silenciosa pero profunda en su mercado inmobiliario. Aunque las cifras son alentadoras —con un crecimiento de las ventas de vivienda nueva del 41,4% en el último año y más de 7.600 unidades vendidas en lo corrido de 2025 — lo verdaderamente interesante es quiénes están detrás de esas cifras. Lejos de lo que era costumbre hace una década, cuando la mayoría de los compradores eran familias tradicionales o inversionistas de largo plazo, hoy el perfil del comprador ha cambiado. Más del 50% de los desembolsos de crédito para vivienda en el departamento tienen como titulares a personas menores de 35 años, se trata, en su mayoría, de hogares jóvenes, parejas que buscan independencia o profesionales que dan su primer paso hacia la propiedad, todo enmarcado en una nueva realidad demográfica donde más del 53% de los hogares barranquilleros tienen 3 miembros o menos.

Este cambio ha coincidido con un entorno económico más favorable para los estratos medios y bajos. Los subsidios distritales como “Mi Techo Propio” —que ya ha asignado más de 1.531 ayudas en su primer año de implementación— han permitido que compradores de estratos 1, 2 y 3 accedan a vivienda VIS y VIP con mayor facilidad. Así, más del 77% de las ventas de este año corresponden a vivienda de interés social o prioritario, revelando un giro claro hacia la atención de necesidades básicas de vivienda digna y propia. Además, el crecimiento económico de la ciudad, con una población laboral ocupada que supera las 900.000 personas en el Atlántico, ha dado mayor estabilidad a los compradores potenciales, quienes se sienten hoy más seguros para comprometerse con créditos hipotecarios y planes de largo plazo.

No se puede pasar por alto el fenómeno de los nuevos habitantes que llegan desde otras regiones del país. Uno de cada cuatro residentes de Barranquilla nació en otro municipio, lo que evidencia que la ciudad se ha convertido en un destino de oportunidades laborales, académicas y de emprendimiento. Muchos de ellos buscan proyectos bien ubicados, de bajo costo y con cercanía a servicios básicos, lo que explica el auge de proyectos en sectores tradicionalmente periféricos, pero ahora cada vez más integrados a la dinámica urbana.

El comprador de vivienda en Barranquilla ya no es uno solo. Es plural, más joven, más informado y con nuevas prioridades. El reto para el sector inmobiliario es interpretar con claridad ese nuevo perfil, ajustar su oferta y diseñar proyectos que respondan a una ciudad que cambia con velocidad y que, más que vender metros cuadrados, busca construir hogar y comunidad.

*Directora ejecutiva Lonja de Propiedad Raíz de Barranquilla.