Sin demostrarnos a los colombianos que esa compra fue un acierto, el hombre de Petro en las finanzas de su campaña electoral y en la presidencia de Ecopetrol, Ricardo Roa, acaba de comprarles a tres trasnacionales, por 2.250 millones de dólares –9 billones de pesos–, unos proyectos –apenas proyectos– de energías solar y eólica en La Guajira. Y ya la Contraloría le exigió a Roa explicar el negocio con la noruega Statkraft, petición que debe ampliarse al caso con las otras dos vendedoras, Enel y AES Colombia.

Porque la pregunta es obvia: si esos negocios son tan buenos, ¿por qué los vendieron y no los compraron otras trasnacionales? Y por qué, pensando en lo mejor para Colombia, esa plata no la invirtió Ecopetrol en el excelente negocio petrolero nacional, incluido modernizar su refinería de Barrancabermeja, para dejar de importar gasolina por más de 2.200 millones de dólares.

Esta preocupación originada en la conocida posición antipetrolera de Petro de no firmar nuevos contratos para buscar hidrocarburos, única entre los países productores, que se esfuerzan por aumentar su producción. Como ocurre con las petroleras públicas en México, Brasil, Argentina y Guyana y porque el consumo mundial debe llegar este año a 102 millones de barriles diarios, cifra que perdurará por décadas.

No critico que en Colombia haya desarrollos en energías solar y eólica, sino que los pague Ecopetrol, que carece de caja suficiente para estar, al mismo tiempo, en ellos y en los petroleros. Porque su deuda es 26.475 millones de dólares, la Dian –con el seguro respaldo de Petro– le impuso una sanción por nueve billones de pesos que pueden convertirse en veinte y el Gobierno le pagó con bonos una deuda de siete billones, truco contra sus finanzas.

Y en otro notorio error, el ministro de Minas, Edwin Palma, anda promoviendo que Ecopetrol se gaste otra gran suma comprándole la empresa Monómeros a Venezuela, adquisición que puede ser, pero si la paga el Gobierno nacional con recursos de otro origen. ¡No gobiernen más contra Ecopetrol! Como lo confirma que su acción se desvalorizó en 40 por ciento desde 2022, en tanto Petrobras se valorizó en 20 por ciento, sumando una diferencia de 60 puntos.

Porque además ya se demostró que el discurso antipetrolero de Petro está montado para engañar, a partir de mencionar el problema del cambio climático y la transición energética y, de ahí, sobre esas verdades, sacar conclusiones falsas.

Pasarán muchos años antes de que en el mundo desparezca el consumo de combustibles fósiles y Petro miente cuando nos achaca a los colombianos el cambio climático, falsedad que refutan las cifras. Pues las exportaciones de Colombia de carbón y petróleo son apenas el 0,5 y el 0,7 por ciento de la producción mundial, respectivamente. Y el consumo nacional es bajísimo, según lo prueban las escasas emisiones de gas carbónico (CO2), apenas el 0,2 por ciento de las globales.

Luego el discurso ambientalista de Petro es, en realidad, de falso ambientalismo y está montado sobre hipocresías, con el evidente propósito de engañar, mientras millones de colombianos sufren por desempleo, pobreza y hambre, producto del subdesarrollo que los provoca, verdades que Petro, con propósitos inconfesables, oculta, para seguir justificando su política antipetrolera y contraria a Ecopetrol.

Confirmado: primero caen los falsarios que los cojos.

*Tomado de Cambio Colombia.