En esta zona del país estamos ante una oportunidad histórica. Una que nos interpela no solo como región, sino como sociedad en pleno: demostrar que la transformación del territorio no depende exclusivamente de grandes obras o inversiones externas, sino —y sobre todo— de nuestra capacidad para articular inteligentemente talentos, saberes e instituciones.
Hoy más que nunca, se hace evidente que el desarrollo sostenible no es una utopía lejana, sino una posibilidad real cuando la academia, el sector productivo, el Estado y la sociedad civil se reconocen como aliados estratégicos en la creación de conocimiento útil, innovación pertinente y soluciones con impacto verdadero.
Los desafíos están claros y son tan estructurales como urgentes. Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los departamentos de la Costa registran tasas de informalidad laboral superiores al 60% y su participación en la inversión nacional en ciencia, tecnología e innovación no supera el 10%. Pero sería un error quedarnos solo en el diagnóstico. Tenemos condiciones que, si se leen con visión estratégica, pueden convertirse en verdaderas ventajas competitivas: una juventud creativa, conectada con las dinámicas globales; Instituciones de Educación Superior (IES) y Universidades en fortalecimiento constante; un tejido empresarial con vocación exportadora; y una ciudadanía cada vez más involucrada en los procesos sociales y comunitarios.
El balance más reciente del Órgano Colegiado de Administración y Decisión (OCAD) Caribe, con corte al 27 de junio de 2024, reporta más de 293 mil millones de pesos asignados a proyectos de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI) en el marco del Sistema General de Regalías. Esta cifra, si se traduce en apuestas con pertinencia territorial, podría ser el punto de inflexión para una nueva etapa de innovación productiva y transformación social en la región.
Pero para ello, debemos romper de una vez por todas con la lógica de trabajo en silos. La academia, en diálogo permanente con los sectores económicos, no solo forma talento humano altamente calificado, sino que impulsa investigación aplicada y acompaña la transferencia de conocimiento hacia sectores estratégicos como la agroindustria, las energías limpias, la economía creativa o el turismo sostenible.
El sector empresarial, a su vez, tiene en esta alianza una oportunidad invaluable para innovar, escalar su competitividad y generar empleo digno. El Estado, como garante del interés público, debe asegurar que este ecosistema se sostenga y crezca con políticas coherentes, incentivos bien dirigidos y mecanismos de evaluación rigurosos. Y la sociedad civil, lejos de ser un espectador, tiene un papel activo: orientar la innovación hacia necesidades reales y urgencias sociales, asegurando equidad y justicia territorial.
No partimos de cero. Ya existen experiencias inspiradoras en varios departamentos del Caribe, donde universidades, empresas, gobiernos locales y comunidades han demostrado que la colaboración sí da frutos. El reto, ahora, es escalar esas experiencias, consolidar redes de conocimiento y proyectar al Caribe como una región innovadora, con identidad propia, pero abierta al mundo.
La educación, sin duda, es el eje articulador de este proceso. Porque más allá de formar competencias técnicas, construye ciudadanía crítica, promueve innovación social y genera sentido de pertenencia. El conocimiento, entendido no como un fin en sí mismo, sino como herramienta para resolver los desafíos del desarrollo, puede ser la base de un modelo regional inclusivo, justo y sostenible.
El Caribe colombiano tiene con qué convertirse en un verdadero laboratorio de articulación efectiva entre sectores. Pero no basta con el deseo. Se requiere voluntad política, visión de largo aliento y, sobre todo, una narrativa compartida que nos recuerde que este proyecto de región es de todos. Y ese proyecto, más que una meta, debe ser una manera de actuar: juntos, con inteligencia colectiva, con confianza y con propósito.
Rectora Fundación Universitaria del Área Andina – Sede Valledupar