Mientras cuido a mi madre transito por las estrechas rutas de la fragilidad, las mismas, que ahogan un poco y nos ponen de frente al espejo de 180 grados, desde el cual, vemos con absoluta claridad nuestras fisuras y nuestra vulnerabilidad. Ella mi capullo parece cerrarse poco a poco, bien lo dice Piero: “Ahora ya camina lento, como perdonando el tiempo”, la veo tan frágil, menuda y adolorida, que logro embarcarme en su dolor, algo en el pecho me traspasa y entonces siento que un tsunami de emociones me descontrola, me cambia todos los planes y me deja plantada en una melancolía con olor a nordeste.

Escribir me sana por eso estoy acá tejiendo esta columna invadida de verdad y de un poco de soledad y no es esa soledad de abandono doloso de mi red de apoyo, es que sin duda ellos y ellas también están salvándose de algo, es que vivimos tiempos de caos en el que el “sálvense quien pueda” aplica perfectamente.

Mientras cuido a mi mami, reflexiono sobre lo efímero del tiempo y paralelamente concluyo que somos un efímero tiempo, que solo se inmortaliza cuando tomamos la vida al máximo, aprendemos a deleitar los momentos y le hacemos frente a las circunstancias sin miedo al dolor.

Mi madre ha sido uno de mis referentes de – berraquera – ha desafiado a la ciencia varias veces, cuando su diagnóstico era -riesgo de morir -, luego cuando fue - riesgo de no tener capacidades cognitivas y motoras- cuando todo eso adverso le ha pasado, ella se ha levantado victoriosa como digna hija de Rita Contreras; por ello, me duele verla reducida a una debilidad a la que no me acostumbro, porque es mi – Mujer maravilla.

Cuidar a mi mami, pensaba yo que me estaba llevando a varios duelos y ahora pensándolo bien, considero que no son duelos, sino grandes aprendizajes. La miro y me pasan mil historias, siento gratitud por la madre que escogí, también siento nostalgia y reflexiones profundas que me llevan a conciliarme con el concepto del tiempo y la vida ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la vida? ¿Será aquello que se nos pasa mientras planeamos cómo vivirla? ¿Y el tiempo es eso que pretendemos detener y controlar pero que fluye a su antojo?

Pasada una semana de estar entregada a mi madre, semana en la que le di – off – al pc, al afán y me dediqué a observarla, escucharla, cuidarla y por medio de eso a comprenderla en su actualidad, amarla con paz y contemplación. Entiendo que mi mayor logro es relacionarme con ella desde un amor – desromantizado – sin idealizarla como madre abnegada, entendiendo que es humana y merece vivir en paz y feliz. Transitar por este momento me ha llevado a repensar el manejo que le doy al tiempo y a mi paso por este mundo, que no es más que un festival interminable de aprendizajes.

Esta no es una columna repleta de información, datos o teorías; es una catarsis que quiere convocar al retorno bonito a nuestro ser, a la esencia, al valor genuino otorgado al tiempo y a deleitar la oportunidad que nos han dado de pasar por este plano material.

Cuidar a mi madre, me ha llevado a reflexionar sobre la importancia del cuidado a mi existencia y la pausa que necesito para seguir avanzando, lo bello que es abrazar la salud mental y la importancia de caminar conciliada con la bondad hacia mí, de tratarme con amor y respeto, de entenderme imperfecta y dejar de exigirme perfección, porque vivir no es un libreto.

En estos días he liberado tantas emociones que traía reprimidas, he llorado con ahínco, he reído con estremecimiento y he visto sin engaños lo dinámica que es la vida, definitivamente, estamos bailando y damos la vuelta, ella mi cuidadora estrella y responsable de que yo sobreviviera a mis enfermedades infantiles, ahora es cuidada por mí y es una dulce niña que busca reposar el trajín de sus 87 años de historia.

@facostac