Una de las películas más aclamadas en el Festival de Cannes fue Sentimental Value, que se llevó el Gran Premio en la Competencia Oficial. La cinta, dirigida por Joachim Trier, recibió la ovación más larga de esta edición, confirmando el lugar del cineasta noruego como una de las voces más reconocibles del cine de autor contemporáneo. Aunque sus obras tienen un sello personal inconfundible, Trier logra conectar también con una audiencia amplia gracias a los temas universales que aborda, como ya lo había demostrado en The Worst Person in the World, que también debutó en Cannes en 2021 y le valió a Renate Reinsve el premio a Mejor Actriz. Ella vuelve a colaborar con el director en esta nueva entrega.

Ambientada en Oslo, Sentimental Value gira en torno a Gustav Borg (Stellan Skarsgård), un productor de cine retirado que regresa al seno familiar tras años de ausencia, motivado por el funeral de su exesposa. Su retorno no está exento de tensiones: actúa como si el tiempo no hubiera pasado, sin reconocer el impacto de su ausencia. Tiene dos hijas. Nora (Reinsve), la mayor, es una actriz con una relación compleja con su padre; Agnes (Inga Ibsdotter Lilleaas), la menor, ha formado una familia y tiene un hijo de nueve años. La historia se desarrolla en una antigua casa en Oslo —casi un personaje en sí misma—, cargada de historia y de silencios no resueltos.

Gustav, en un intento por enmendar su vínculo con Nora, le propone protagonizar un guion que ha escrito especialmente para ella. Sin embargo, Nora rechaza la oferta, y él decide ofrecer el papel a una estrella de Hollywood, Rachel Kemp (Elle Fanning). Con guion coescrito por Trier y su colaborador habitual, Eskil Vogt, la película despliega con delicadeza las fricciones familiares, marcadas por la dificultad de comunicar afectos y heridas que no cicatrizan.

Más que un drama familiar, Sentimental Value explora el poder del arte como catalizador de la reconciliación. Sin caer en excesos melodramáticos, y con toques de humor sutil, la cinta avanza sobre la premisa que Trier compartió en rueda de prensa: “Necesito creer que podemos ver al otro, que existe la posibilidad de reconciliación. La polarización, la rabia y el machismo no son el camino”.

En un contexto global marcado por conflictos políticos, guerras e injusticias, esta propuesta íntima ofrece un respiro y una invitación a mirar hacia adentro. Aunque algunos momentos puedan parecer predecibles, el resultado es conmovedor. Los diálogos están finamente escritos y el elenco ofrece interpretaciones sólidas, aunque la película no alcanza la fuerza emocional de los trabajos anteriores del director.