Una transformación silenciosa avanza en Colombia, y especialmente en la región Caribe: cada vez más mujeres están asumiendo el liderazgo económico de sus hogares. Según el DANE, casi el 50 % de los hogares del país tiene como jefa a una mujer. Este dato refleja un cambio profundo en la estructura familiar y en el modelo de provisión económica, tradicionalmente dominado por los hombres.
Entre 2018 y 2024, los hogares encabezados por mujeres aumentaron un 25 %, mientras que aquellos liderados por hombres disminuyeron un 15 %. En la región Caribe, esta tendencia es aún más pronunciada: la jefatura femenina creció un 29 %, mientras que la masculina cayó un 16 %. En departamentos como La Guajira y Atlántico, las mujeres ya encabezan cerca del 50 % de los hogares, lo que indica que ellas son las principales generadoras de ingresos y asumen gran parte de las responsabilidades familiares.
Este fenómeno no es aislado. Obedece a múltiples factores: el aumento de hogares monoparentales, el mayor acceso de las mujeres a la educación y un cambio cultural que ha impulsado su participación en el mercado laboral. Sin embargo, este avance no siempre se traduce en mejores condiciones de vida.
Aquí reside el gran reto. Aunque muchas mujeres lideran sus hogares, las oportunidades laborales siguen siendo inequitativas. El 34% de estas jefas tienen hijos menores, lo que limita su acceso a empleos estables y de tiempo completo. Además, enfrentan mayores tasas de desempleo y subempleo. En la región Caribe, donde persisten brechas significativas en el acceso a servicios de cuidado y educación, estos desafíos se intensifican.
Ante este nuevo panorama, es urgente diseñar e implementar iniciativas públicas con estrategias probadas y también innovadoras. Algunas de ellas podrían ser: ampliar la cobertura de servicios de cuidado infantil mediante guarderías móviles y espacios de cuidado intergeneracional, como ya se ha hecho en México y algunos países europeos; establecer incentivos fiscales condicionados a resultados de inclusión; fortalecer la formación laboral con enfoque territorial y de género, incluyendo programas híbridos y capacitación en habilidades digitales altamente demandadas. Asimismo, es fundamental que los programas sociales promuevan el liderazgo económico femenino mediante el acceso a financiamiento.
La feminización de la jefatura de hogar no es un dato anecdótico: es un cambio estructural que está redefiniendo la economía familiar y el desarrollo de nuestros territorios. Reconocerlo es apenas el primer paso; lo verdaderamente transformador será tomar decisiones que aseguren que las mujeres no solo lideren, sino que lo hagan en condiciones justas y sostenibles.
* Directora Ejecutiva de Fundesarrollo