Valledupar volvió a sacudirse con fuerza. No fue el mes de abril, ni se trató del tradicional Festival de la Leyenda Vallenata, pero durante cuatro días (del 29 de mayo al 1° de junio) la capital del Cesar se convirtió en el epicentro de un movimiento que desbordó música, movió la economía y generó orgullo cultural.
Silvestre Dangond, la superestrella de la música vallenata, ese carismático cantante nacido en Urumita, La Guajira, volvió a escena junto a su histórico compañero de fórmula, el acordeonero sincelejano Juancho De la Espriella, para dar inicio a la gira ‘El último baile’, un reencuentro largamente esperado que ha demostrado ser mucho más que un simple concierto: es un fenómeno social.
Según el informe ejecutivo de la Alcaldía de Valledupar, la “Ciudad de los Santos Reyes” recibió a 35 mil personas durante la segunda edición del Festival Silvestrista, de las cuales 10.500 se hospedaron en hoteles, casas y alojamientos temporales. Se generaron 1.500 empleos y la derrama económica superó los 61.981 millones de pesos. Son cifras que envidiaría cualquier festival de renombre internacional y que reafirman algo que ya se intuía: Silvestre Francisco Dangond Corrales no es solo un artista, es una industria.
El artista es consciente de ello y por eso en su diálogo con EL HERALDO dijo que está pensando en crear una fundación dedicada a la logística de este festival. “Si esto sigue creciendo, va a necesitar regulaciones, inscripciones y comparsas”, manifestó solo al ver las cerca de 20 mil personas que acudieron a la caravana que convocó por las calles vallenatas.
Cada noche, el Parque de la Leyenda Vallenata Consuelo Araujo Noguera se transformó en un mar rojo silvestrista para rendir homenaje a sus ídolos en una muestra de apoyo total, que convirtió el escenario en una fiesta colectiva y conmovedora. La energía fue tan intensa como constante, desde el ingreso del público hasta el último acorde. A sus tres conciertos se tiene registro de que asistieron 49.080 personas.
A nivel digital también se pudo medir el impacto de esta propuesta que tuvo un alcance de 29 millones de personas, incluidas residentes en países como Argentina, Venezuela, México, Estados Unidos, España, entre otros.
Pero más allá del impacto financiero y digital, lo que ha quedado claro es el poder de convocatoria de un artista que, como en su momento lo hiciera el legendario Diomedes Díaz, convoca multitudes, une generaciones y mantiene viva la llama del vallenato moderno sin olvidar su esencia.
La música de Silvestre no conoce edad ni fronteras, eso está claro. Padres que crecieron con sus primeros éxitos, hoy llevan a sus hijos de la mano a sus conciertos, como ocurrió el pasado domingo, cuando se habilitó un espacio exclusivo para niños en uno de los eventos más concurridos de la segunda edición del Festival Silvestrista. Cabe anotar que en noviembre de 2023, para el lanzamiento de la producción ‘Ta malo’, el cantautor guajiro junto a su equipo dieron vida a la primera edición que duró tres días y mantuvo la ocupación hotelera a tope.
Este fenómeno silvestrista no es fortuito. Es el resultado de una carrera que ha sabido reinventarse, mantenerse fiel a su estilo y, al mismo tiempo, explorar nuevas formas de conexión con sus seguidores, los denominados ‘silvestristas’, esos que vestidos de rojo lo apoyan de manera irrestricta.
La gira apenas comienza y ya se anuncia como un hito dentro del espectáculo musical de nuestro país. La producción que acompaña este tour —con tecnología de punta, pantallas monumentales, luces de alta gama y un repertorio cuidadosamente seleccionado— promete ser uno de los espectáculos más ambiciosos del año. En cada ciudad se espera un lleno total. Y Barranquilla, la capital del Caribe colombiano, no se queda atrás. El próximo 20 de septiembre, Silvestre Dangond se tomará por primera vez el estadio Metropolitano, dispuesto no solo a llenarlo, sino a convertirlo en una fiesta colectiva que resuene por toda la región.
Lo que está ocurriendo con este dúo maravilla es más que una gira de conciertos: es un movimiento cultural que reivindica la vigencia del vallenato, que mueve la economía, que fortalece la identidad de un pueblo y que demuestra que, cuando la música se conecta con la gente, los resultados pueden ser extraordinarios.
Valledupar ya lo vivió. Ahora, el resto del país se prepara para vivir con Silvestre y Juancho un baile inolvidable.