“Si un libro se puede leer impunemente, no vale la pena tomarse el trabajo.
Cuando los libros están de veras vivos, respiran;
y uno se los pone al oído y les siente la respiración y sus palabras son contagiosas,
peligrosamente, cariñosamente contagiosas…”.
Eduardo Galeano
Esta columna la escribo con mi espíritu activista y feminista activado, porque estoy convencida que cada proceso que lideramos a favor de la reivindicación de los derechos humanos femeninos vale la pena, aunque el dolor de los feminicidios, las violencias y las discriminaciones nos fragmenten, seguimos con la fuerza de los cactus del desierto guajiro que, ante la inclemencia del ambiente, no mueren, por el contrario, reverdecen.
Esa somos todas, esa soy yo, esa es mi abuela, mi mamá, mis amigas, tú que lees estas letras. Letras que escribo mientras lloro de emoción, porque esta es una columna para anuncia el nacimiento de mi sexto libro, un libro que construí mientras nacía y moría, moría y nacía; no quiero ponerle drama al asunto, es simple verdad. Soy una feminista, una escritora, una ciudadana más sana, bondadosa y dispuesta a entregarme y entregar mis mejores versiones, por lealtad conmigo misma.
Sin duda, este libro trascenderá fronteras - incluso – antes de nacer oficialmente ya viaja por otras naciones, idiomas y culturas.
La obra Las Mujeres y el valor espiritual de los vientos es una representación del amor profundo por mi origen, mi historia, mis ancestras, mi línea uterina y cada guerrera guajira que no se rinde, que active su temple con sabor a mar, desierto, molino, cactus, identidad.
He escuchado muchas veces el testimonio de GaBo con el proceso de su libro Cien años de soledad y los desafíos que debió afrontar junto a su querida Merce. Justo ese proyecto con el que transitaron por las deudas, las crisis y el caos, lo llevó no solo al Nobel sino a inmortalizarse y a tocar millones de vidas, en varios idiomas y en diferentes ámbitos.
Este libro, es mi Cien años de soledad, mientras lo escribía, lo investigaba, lo pujaba, destejí y volví a tejer su contenido, despedí varias versiones de Fabrina que me hacían peso, reescribí mi licencia resiliente, encendí unas cuantas esperanzas feministas y me enamoré más y más de mi tierra #LaGuajira.
Todo podría decir y siento que no me alcanzarían las palabras, solo puedo confesar que mi útero tiembla de emoción, que estoy dejando a mi tierra algo especial, porque me muevo en la dinámica de que puedo aportarle a mi tierra y no que me puede dar ella, ya nacer en ella, es una de mis mayores fortunas.
El 5 de junio del año en curso, viviremos en Riohacha un show cultural diverso, colorido, creativo y único, no solo será un parto literario sino un telar colectivo, incluyente, intergeneracional y poderoso. Nace una nueva historia, acá comparto un fragmento de lo que encontraran en ese libro vivo.
Las diosas de los vientos: Un relato especial
Conozco a unas diosas de los vientos que reinan en arenales puros y genuinos, como el desierto guajiro en el norte soleado de Colombia. Su reinado se ampara entre rituales y poderes espirituales; ellas tejen sus emociones con pasión y verdad, entre hilos, historias, colores y diversidad.
Diosa de los vientos que huelen a mar agitado, sal, pescados y cactus; ellas no tienen un trono efímero, sino uno ancestral y matrilineal que les da el poder de mantener el linaje de esperanzas y reinar entre polvorientos resguardos que se entrelazan con la danza de sus coloridas mantas.
La magia matrilineal que representa a las diosas wayúu les permite exaltar y explorar ecosistemas de poderes femeninos, el cuidado del territorio, de la familia, de su ser, su vientre, su sabiduría orientadora, la marca única de su legado, el amor, la esperanza y la constante resistencia y reinvención.
Las diosas del viento, así como sucede con el viento, muchas veces no las vemos, pero siempre están y se hacen sentir; así como el viento si llegan a faltar podríamos claudicar.
Esto y más podrán encontrar en un libro vivo, el cual, tendrá un útero vibrante por siempre.
Gracias a todas las Mujeres resistentes y resilientes de mi Guajira por inspirarme.
@facostac