Cuando jóvenes jugábamos basquetbol y decíamos que para hacer puntos debíamos tener ‘tino’. Origen de esta palabra. Roberto Silvera, B/quilla

‘Tino’, un sustantivo, es, simplemente, la habilidad o pericia para dar en un blanco o en cualquier cosa a la que se le apunte. La palabra, de origen incierto, generó el verbo ‘atinar’, que es acertar en algo o tener el tacto para manejar con sensatez un asunto exigente o delicado.

García Márquez dijo que sus personajes favoritos en Del amor y otros demonios y en El amor en los tiempos del cólera eran Abrenuncio y Jeremiah de Saint-Amour, respectivamente. ¿Cuál era en Cien años de soledad? Jorge Atanasio, Medellín

Pese a mi larga experiencia, y al inventariar mis remembranzas de García Márquez, no recuerdo haber oído o leído cuál era su personaje favorito en Cien años de soledad. Y, aunque el lector no pide mi opinión, con su venia, quiero afirmar que, seguido por Úrsula, el gitano Melquíades es la figura más sustancial de la novela.

Él es algo así como el destino y el enigma de la estirpe, y también el eje, porque es él quien lleva a Macondo la información sobre los inventos y acontecimientos universales, el que nutre con su habla al coronel y alquimista Aureliano Buendía, pues está presente mientras este último elabora los pececitos de oro, pero luego, hasta el final del libro, es un fantasma, ya que había muerto durante uno de sus viajes recurrentes.

A ese espectro a veces lo ven cuando se trasluce en los cristales del cuarto de alquimia del coronel; eso es una alucinación, es mágico. Melquíades es quien aporta los manuscritos que hablan del destino de la estirpe, que, al final de la novela, Aureliano Babilonia encuentra y descifra.

Asimismo, Melquíades es la representación del destino de la familia, el fantasma referencial de lo que la familia no sabe y él sí, algo que se va desentrañando a lo largo del libro y tiene la sombra terrible de la maldición de la cola de cerdo, que se manifiesta en la relación entre el sobrino y la tía en el último momento de la novela.

Eso, como acabamos de decir, quien lo describe y lo deja cifrado en los manuscritos es Melquíades, personaje tan leve como profundo. Su presencia es más o menos mínima, pero su significado es pleno, abarcador; es una especie de dios romano Lar, el dios del lugar o del hogar, es decir, el dios de la familia y de las costumbres.

Melquíades es una sombra y una imagen de los manuscritos, en los que lo más terrible, lo más trágico, es el desenlace, que da cumplimiento al vaticinio de la maldición de la cola de cerdo.

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