¿Por qué la memoria y la verdad son necesarias? Colombia es un país lleno de cicatrices, su historia está coja y tiene profundos vacíos. La violencia ha dictado un destino que pareciera irreversible. Borrar los hechos es más fácil que afrontarlos. Destruir la memoria es la primera piedra en el zapato. Sin ella no hay perdón, sin perdón no hay futuro, sin futuro no hay paz. El arte y la cultura pueden responder varias preguntas, hilar un camino hacia el entendimiento.
En pleno posconflicto, los artistas juegan un rol fundamental en la sociedad. Desilusiona que en esta contienda electoral el arte no sea prioridad en las propuestas de los candidatos. El fin de la violencia no significa únicamente desarmar a una guerrilla, es algo mucho más complejo. Se requiere una compresión histórica, un acercamiento a la verdad para darle eco a la memoria.
Las diferentes artes pueden ayudar a conocer el porqué de tanta violencia. Varios artistas colombianos han explicado la violencia a través de símbolos que le dan salidas al horror. También han mostrado las dos caras de la moneda: víctima y victimario. En contraste con el rostro de una sociedad indiferente, acostumbrada a la barbarie, manipulada por una clase política tradicional y corrupta, ahogada en la desigualdad y la ignorancia, el arte susurra pistas que acercan a la verdad.
En los años 70, Bernardo Salcedo presentó ‘La Primera lección’: “La obra critica las razones que sustentan su presencia dentro del emblema institucional. ¿Por qué no habría cóndores? Por el deterioro del medioambiente y por el usufructo privado de los recursos naturales. ¿Por qué no habría riqueza? Por la corrupción política y la desigualdad social. ¿Por qué no habría libertad? Por la falta de garantías para su ejercicio en el contexto cultural, social y político. Incluso vuelve evidente la ironía implícita en que Panamá siga apareciendo en el escudo. Habría otras respuestas a los señalamientos, pero su relevancia está en la manera como interroga a los espectadores sobre lo que parece inamovible dentro de los discursos del poder hegemónico e institucional”.
El Teatro La Candelaria estrenó en 1975 ‘Guadalupe Años Sin Cuenta’, una de las piezas de arte más importantes del siglo XX en Colombia. Relató el asesinato de Guadalupe Salcedo. Presentó la guerra desde sus dos extremos y diferentes versiones. La oficial aseguró que el excomandate de las guerrillas liberales del llano fue abatido por las Fuerzas Armadas en legítima defensa por estar armado y dispararles. La no oficial contó que fue dado de baja de manera cruel, desarmado y con las manos en alto. La obra representó uno de los períodos más violentos de la contemporaneidad. Narró una parte de la historia desconocida para muchos, que causó impacto en la sociedad. Todavía representa el conflicto y el subtexto de sus razones.
También es importante mencionar las obras de: Alejandro Obregón, Doris Salcedo, Óscar Muñoz, María José Arjona, Alfredo Molano, Jaime Garzón, Teatro Petra, entre otros.
La violencia es el lastre que carga Colombia. Conocer la historia es el primer paso para evitar los mismos errores. El arte tiene la capacidad de contarla: tejer la verdad, el perdón y la paz.
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