Más dudas que certezas deja Air-e con su críptica explicación sobre las causas del apagón que afectó a gran parte de Barranquilla y Puerto Colombia durante varias horas.

De un momento a otro, cerca de 185 mil usuarios, más de medio millón de personas, quedaron a oscuras a las 6 de la tarde, en plena hora pico, justo cuando la gente buscaba transporte para volver a sus casas. Quienes estaban ya descansando en ellas debieron aguantar calor y los que aún se encontraban en sus trabajos o negocios no tuvieron más opción que cerrar temprano. De hecho, calcula la Cámara de Comercio de Barranquilla que el prolongado corte de energía tuvo un impacto negativo de $23 mil millones, solo en el sector comercio.

En definitiva, el final de la tarde e inicio de la noche del martes fue un auténtico caos, del cual no se tienen las claridades debidas. Inicialmente en la red social X, la empresa publicó mensajes en los que daba cuenta de un “evento técnico” en las subestaciones Riomar, Centro, Silencio, Las Flores, Oasis y Puerta de Oro. En un efecto en cadena colapsaron circuitos; barrios enteros se apagaron. A las 10 p. m. se normalizó el servicio por completo.

Casi 24 horas después, Air-e indicó que la “avería en un equipo del sistema eléctrico de alta tensión de propiedad de un particular no perteneciente a la compañía en la subestación Oasis” tuvo la culpa. Es su respuesta oficial y de la Superintendencia de Servicios Públicos, encargada de administrarla luego de haber decidido su intervención en septiembre de 2024, supuestamente para resolver sus muchos problemas, lo cual envejeció como un mal chiste.

Sin embargo, agentes del sistema tienen sus propias versiones, como se las dijeron a EL HERALDO. Estiman que lo sucedido obedecería a una falla por falta de mantenimiento. Puntualmente, en la línea que conecta la subestación de Las Flores con la de Oasis, que es parte de la red regional de transmisión en el Atlántico y descartan que fuera en Termoflores.

Frente a un asunto que exige absoluta transparencia y celeridad en su esclarecimiento para evitar caer en especulaciones que podrían impactar a sus propios usuarios, Air-e intervenida ha mostrado –hasta ahora- preocupantes señales de incapacidad. No solo porque no habría actuado para prevenir a tiempo una incidencia de tal magnitud. También porque se quedan cortos sobre una situación que ha generado enorme inquietud e incertidumbre por el riesgo de que pueda repetirse. ¿O es que tienen claro que un apagón como este no ocurrirá más?

A decir verdad, con Air-e no existen certezas. Todo en ella, en especial desde su intervención, empeora a diario, a tal punto que opera dando palos de ciego sin ofrecer a sus 2.5 millones de usuarios en el Atlántico, Magdalena y La Guajira una solución específica que garantice su sostenibilidad. Y esto no ha sido posible porque en nueve meses ha tenido cuatro agentes interventores designados por la Superservicios, tres de ellos salpicados en una investigación de la Fiscalía por presunto robo de mayor cuantía, entre otras irregularidades denunciadas.

Su manejo financiero ha sido tan vergonzoso que las deudas pretoma no han hecho otra cosa que aumentar, sobre todo con los generadores que ya va en $1,5 billones. Aun así la compañía creó 11 nuevos cargos directivos desde septiembre. ¿Coherencia? Ninguna. En resumen, el desfinanciado Fondo Empresarial de la Superservicios no ha respaldado a Air-e ni quien lidera la entidad de vigilancia, Yanod Márquez, ha sabido qué hacer con ella, pese a ser consciente de que si esta no paga sus compromisos con el mercado comprometerá la sostenibilidad de toda la cadena de suministro y la capacidad de las generadoras térmicas.

Harían bien los entes de control, que afortunadamente le tienen la lupa puesta al desastre en el que Air-e ha derivado, en investigar las responsabilidades por el apagón. Si la firmeza y confiabilidad en la prestación del servicio estaban ya en entredicho por sus problemas estructurales de iliquidez e insolvencia, el incidente del martes ratifica interrogantes sobre su operación.

En vez de ventilar sus diferencias en público en lo que es una pugna de competencias, también de egos, el ministro de Minas y ex agente interventor, Edwin Palma, y el superservicios deben trabajar en un plan de acción concreto, viable y transparente que rescate a Air-e de su extinción. El futuro del 28 % de los usuarios de energía del país está en riesgo. El Gobierno tendría que entenderlo así. Y si no, pues nada, será el ¡apaga y vámonos!

¿Alguien con un plan B? Por supuesto que no. Seguimos esperando que aclaren lo sucedido.