Pregunta: ¿Por qué México y mexicano y no Méjico y mejicano? Alberto Lamadrid, Barranquilla.
R.: La Academia de la Lengua acepta las dos formas de expresar esas palabras. En el siglo XVI, la letra X tenía un sonido parecido al de la J actual, pero luego la pronunciación de esa X evolucionó, al punto de que llegó a ser igual al que hoy tienen la J antes de vocal o la G antes de E o de I. Como se ve, se trata de un arcaísmo ortográfico que, quizá por orgullo nacional, los mexicanos han querido conservar para el nombre de su país, y tanto que por petición suya ese uso arcaico se ha extendido a todos los países iberoamericanos y en los últimos tiempos también a España. Otros ejemplos de este empleo añejo son Oaxaca, Texas, Xerez, Ximena, Xavier…
P.: ¿Por qué cuando alguien defiende algo o a alguien se dice: “Algo hay en el canto de la cabuya”? Héctor Gómez R., Barranquilla.
R.: Canto no es solo el arte de cantar, sino también la extremidad o el remate de algo, por ejemplo, el de una cabuya, una cuerda, un hilo metálico… La expresión que usted menciona se usa para indicar que hay algo oculto en una cosa o en determinada situación, lo que, según un diccionario de colombianismos, no es otro asunto que “la verdad, el hecho que se averigua. [Es] alusión al cuento del tunante que fue a confesarse y solo acusó que se había robado una cabuya, sin decir que tenía amarrado un toro en el canto”. El mismo diccionario dice que cabuya “es voz taína (de los habitantes de las Antillas) adoptada en el chaima (caribe de Venezuela). En lengua calina (caribe insular) es káboya, y en el galibí (caribe de Cayena) es kabuia. Es un error sostener como el Diccionario de Zerolo, que cabuya proviene de cabo”.
P.: ¿Bajo qué circunstancias se dice que alguien va de “la ceca a la meca”? José A. Moreno Armella, Guayaquil.
R.: Ceca, según el diccionario de la Academia, es un “establecimiento oficial donde se fabricaba y acuñaba moneda” en España, en la época de los moros en el país; y, aunque no hay certeza absoluta, se cree que meca se refiere a La Meca, cuna de Mahoma, la ciudad más sagrada del islam. Entonces, nada más opuesto que una casa donde se labra moneda, algo material y utilitario, y un lugar santo, algo espiritual y sagrado. El dicho, aplicado a alguien, indica que deambula de un lugar a otro muy diferente resolviendo asuntos, o que divaga de una idea a otra, en ambos casos de manera alocada o sin concretar nada. No obstante, José María Iribarren, escritor y lexicógrafo español, sugiere que, simplemente, se trata de una frase de repetición fonética o sonsonete, “en el que [siempre] entra la M como primera letra en la segunda voz, como el oro y el moro, corriente y moliente, orondo y morondo”. (Agrego: a troche y moche, teje-maneje, fulano y mengano.) Aunque meca es un nombre de lugar, “es mayoritaria y preferible su escritura con minúscula inicial”.
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