Lo que sucede con la campaña presidencial para el período 2018-2022 va a terminar en lo que solamente nosotros, los del Caribe colombiano, entendemos: en un sancocho costeño. Ese que tiene 7 clases de carnes, una de ellas salada y curada; yuca, ñame, ahuyama, batata, plátano verde y maduro, pimienta negra y dulce, entre otros ingredientes. Sabe a gloria, pero veamos qué pasaría con algo similar en la elección presidencial del próximo año.
En la prensa nacional han citado recientemente cálculos matemáticos hechos por el Centro Nacional de Consultoría, que analizan no solo el número de votos que alcanzarían las alianzas anunciadas y las que se perfilan, sino cuánto aportan en sufragios cada uno de sus principales miembros. Sin entrar a analizar los vericuetos de este interesante y complejo manejo de datos, dos conclusiones son pertinentes para nuestra atrevida comparación.
La primera y la más importante es que ninguna alianza sola llega a la presidencia. La que más votos obtiene es la de Marta Lucía, Centro Democrático, el Partido Conservador y Ordóñez, hágame el favor, con 4,8 millones de votos. Estos son los del No, el No rotundo a todo. La de Cambio Radical, Partido de la U y el Liberalismo sacaría 4,3 millones de votos. Un Liberalismo en decadencia. Esta es la de la Unidad Nacional. Las otras no están tan claras como se creía. Si a Fajardo, Claudia López y Robledo se les une Humberto De la Calle, sacarían 4,5 millones de votos. Si se le une Petro les va peor, 3,2 millones de votos. Si el Liberalismo se une con Clara López y el Partido de la U tampoco les va de maravilla, 3 millones de votos. Y así sucesivamente. Es decir, ninguna llega. La que mejor le iría sería la del No, si Germán Vargas se les une lo que les daría 6,1 millones, pero se necesitan 9 millones.
Si se tenía la esperanza de una renovación de la política, es mejor olvidarse. Las ideas se quedarán en los discursos, si es que allí se encuentran, porque lo que va a importar es cuántos votos pone o quita cada uno de los candidatos. La vieja política en su peor expresión. ¿Y por qué se parecería esta campaña presidencial a un sancocho costeño? Sencillamente porque quien sea electo a la Primera Magistratura, saldrá de la siguiente coalición: una buena dosis de No; otra dosis semiagria de la coalición de Gobierno; otra de la izquierda y finalmente la dosis de los de centro reforzada si va De la Calle o desdibujada, si llega Petro. Esto equivale a 7 tipos de carne, yuca, ñame, tres clases de plátano y muchos ingredientes más. Y eso que le faltan las gotas del oscurantismo de Ordóñez, reforzadas por Viviane.
En conclusión, de ideología nada y de votos clientelistas todo.
Contrario a lo que ofrece un sancocho costeño, el nuevo presidente o presidenta no generará mucha satisfacción a menos de que suceda un milagro; la Presidencia estará desdibujada dado que llega como un coctel de ideas, muchas contradictorias. Su programa de gobierno es difícil imaginárselo porque será un mago o una maga, si pasa de presentar esas listas de mercado, llenas de buenos propósitos, pero absolutamente contradictorios. Pobre país.
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