Momentos de desesperación en la víspera del Día D
Las películas biográficas tienen la capacidad de hacernos reflexionar sobre hechos históricos, más aun cuando nos exponen a elementos poco conocidos en el personaje que tratan. Churchill se concentra en el estado de tensión y angustia que cobijó al Primer Ministro británico Winston Churchill durante los días previos a la invasión de Normandía por parte de las fuerzas aliadas para liberar a Europa del nazismo.
Sólo contemplar la cantidad de vidas que podría costar dicha operación lo hizo pensar en renunciar a la propuesta, premisa que resulta de suma importancia para el momento actual, cuando Estados Unidos considera la posibilidad de un ataque a Corea del Norte, considerando muy poco a quienes verdaderamente deberán arriesgar sus vidas.
El film muestra la ansiedad y depresión que se apoderan de Churchill, interpretado magistralmente por Brian Cox, quien carga con el peso de la experiencia vivida durante la invasión a Gallipoli en la Primera Guerra Mundial, y se niega a cometer los mismos errores. Reconocido por su valentía y heroísmo, su fortaleza empieza a flaquear ante la perspectiva de una enorme pérdida en vidas humanas, culpa que recaería sobre sus hombros y mancharía su nombre.
A pesar de las fallas que pueda tener en cuanto a escenas repetitivas o imprecisiones históricas, que la guionista e historiadora Alex von Tunzelmann se toma la libertad de adaptar para crear mas tensión, la cinta cuenta con su valor artístico, con tomas sobrecogedoras como la visión de un mar tinturado de rojo evocando las muertes previas, fruto de una operación truncada, seguida de un paisaje en blanco y negro tapizado de cuerpos caídos.
Los tormentos que acosan a Churchill se hacen evidentes al comienzo, durante su primer encuentro con el comandante Dwight D. Eisenhower (John Slattery), el general Montgomery (Julian Wadham) y el rey George VI (James Purefoy) a quienes participa de sus recelos acerca del plan a seguir.
Decir cuan desalentado o deprimido se encontraba Churchill en esos momentos y mostrarlo con una actitud casi infantil, a ratos histriónica, puede sorprender a muchos, considerando el gran héroe que fue.
Pero es muy probable que, como cualquier ser humano, así hubiese sucedido, es lo que quiere recalcar el film.
Es factible además que ‘Clemmie’ (Miranda Richardson), su esposa, tuviese que ser el receptáculo de esas fragilidades, que nadie sino ella podría reconocer, manejando sus arrebatos y aguantando insultos para evitar la catástrofe que ya se percibía tanto en su vida política como personal. La devoción de esta mujer a su marido y la de este al rey son mostradas en una de las escenas más importantes de la cinta, cuando Churchill es disuadido de participar físicamente en la invasión.
Lo que pretende esta película, dirigida por Jonathan Teplitzky, es enfatizar en el semblante humano, concentrándose en la crisis emocional que hace aflorar miedos y dudas, sentimientos difíciles de admitir y que la historia tiende a ocultar en personajes de tal calibre.