Acaban de anunciar que entre Soacha y el Salto del Tequendama se ha producido tremendo hallazgo arqueológico, las bases de un asentamiento indígena anterior a los muiscas que data alrededor de los mil años antes de Cristo, con grandes edificaciones y un tamaño casi igual al de Ciudad Perdida. En las primeras excavaciones han encontrado vasijas y otros objetos de cerámica, y hasta piezas de oro, lo que tiene alborotados a los arqueólogos, pero sobre todo a los guaqueros, quienes ante la estricta vigilancia oficial no han podido entrar, y están entonces apelando a las asesorías que últimamente les solicitan todos los candidatos presidenciales.
Es que antier salió una encuesta –realizada los días 22 y 23 de noviembre– donde ya Santos, lanzado al ruedo, se ausculta la opinión de los colombianos y una inicial intención de voto. Pese a los esfuerzos del Gobierno, casi el 60% de la población se encuentra pesimista con el rumbo de las cosas, y poco menos del 40% se manifiesta optimista, extraño fenómeno en un país de gente feliz, que todo lo vemos color de rosa. La favorabilidad de Santos anda por el piso, 29%, mientras la de Uribe casi en el 60%. El 77% de los encuestados no quiere la reelección, y solo el 19% la quiere, mala cosa para el presidente.
De Congreso aún no se habla, es más complicada la armada de esas listas, sobre todo las de Cámara, donde los pronósticos para Uribe no son promisorios pues no cuenta con las indispensables maquinarias electoreras departamentales, y seguro le irá bien en Senado, pero en Cámara está en veremos, no se podrá apropiar de la Comisión de Acusaciones para encanar a todos los magistrados.
Aquí para nosotros, Zuluaga tiene a su favor que su esposa es barranquillera y, qué pupera, podría ser primera dama. Hay que jalarle a eso. Hombre con fama de inteligente y estructurado, seguro sería muy buen presidente, pero aún no mueve aguja, fíjense que después del discurso de Santos lanzándose a la reelección, en una breve alocución televisiva no lo pudo hacer peor: fijo terminó con tortícolis mirando alternadamente al discurso escrito y a la cámara, lo que nos haría pensar que, para que no le ocurra lo que a Mockus la vez pasada cuando su bajada en las encuestas era directamente proporcional a sus apariciones públicas, lo indicado sería que se escondiera. Podría, claro, y aún está a tiempo, cambiar su estrategia y volverse más vehemente, porque está tan frío y aburrido como Santos, y el colmo sería que, si con la zafada a Pachito nos salvamos de la contienda Santos versus Santos, entráramos ahora en una competencia de bostezos. Santos con Cuba, promesa de paz, ofreciendo muchas casas, gavilla política, mermelada a tutiplén, el eje Maduro-Correa apoyándolo, y en campaña hace meses, solo alcanza el 26% de la intención de voto. Zuluaga, en cambio, con su languidez y poco tiempo en campaña, aunque bajó un poco después de su intervención, sigue por el 10%, duplicando a Clara López y a Navarro, sin hablar de los porcentajes líchigos de Aida Avella y compañía.
La campaña presidencial, entonces, apenas comienza, y el hueso aún tiene mucha carne donde arañar, pues la intención del voto en blanco se muestra en el 24%, y el “no sabe-no responde” alcanza el 25%, lo que señala que sumados llegan a la mitad del potencial de votantes, por lo que el candidato que se avispe y se asesore bien de los guaqueros puede recoger esa opinión y ganarles a todos, pues se trata sin duda de otra tremenda guaca.
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