El 83% de los viajeros que llegan a nuestra ciudad lo hacen por negocios, otros por salud, aprovechando nuestras facilidades en el campo médico; también como tránsito entre Cartagena y Santa Marta, o visitando familiares que residen acá y, de manera puntual, por nuestro carnaval. Lo anterior significa que de vainas un 5% o menos nos visita en plan realmente turístico, lo que demuestra que no somos una ciudad turística, y esto no es nada nuevo. ¿Qué puede motivar a un colombiano, y más a un extranjero, para visitar a Barranquilla en plan de turismo si no es durante el carnaval? Ni el espectacular Museo del Caribe es razón suficiente. Imaginemos un grupo familiar. Después de visitar el museo, cual sería el siguiente programa? ¿Buenavista II? ¿El castillo de Salgar? Los anteriores sitios no ameritan un viaje a Curramba en plan turístico. ¿Y entonces qué? ¿Nos resignamos a no ser una ciudad turística y punto? Porque el Centro de Eventos del Caribe generará un turismo empresarial, pero no vacacional, como ese que integra a la familia. Por ejemplo, el Parque Nacional del Café o Panaca en el Quindío.

He sugerido hasta la saciedad que el único proyecto con el que podríamos incorporar a Barranquilla en el mapa turístico nacional e internacional sería diseñando y construyendo en la isla fluvial 1976 el más completo y moderno zoológico de Colombia y del gran Caribe, aprovechando la enorme ventaja de contar con el imponente paisaje del Río Magdalena y con una isla natural de aproximadamente 100 hectáreas de tierras de mínimo costo pero de gran valor, protegida por varios espolones para profundizar el canal navegable y por un dique direccional que se puede ampliar y sobre él construir una vía de acceso desde Palermo, lo que la haría aún más estable, aunque susceptible de construirle defensas adicionales. Si en otras partes del mundo construyen islas 100% artificiales, ¿no podremos nosotros reforzar una natural? Su cercanía al norte de nuestra ciudad permitiría un fácil y rápido acceso utilizando ferris tipo safari o simulando los viejos barcos de vapor, y mediante un Zoo-cable llegaríamos a ella desde su parqueadero sobre la Vía 40, así como los tiene Medellín, el Cañón del Chicamocha y varios sitios turísticos del país. ¡Toda una aventura desde antes de llegar al ‘Gran Zoo del Caribe’! Y es que en 100 hectáreas, además del zoológico como tal, puede ofrecerse un parque natural con senderos peatonales, así como un estadero tropical al lado del muelle de la marina, en la que recalarían las lanchas en sus paseos por el Río, pasando por nuestros puertos con sus grandes barcos, debajo del puente Pumarejo, y por el Parque Natural Isla de Salamanca, accediendo a la ciénaga de la Atascosa a través de canales rodeados de manglares, incentivando el turismo ecológico, tan de moda internacionalmente. ¿Qué sitio pudiera contar con tanta agua dulce como esa isla para mantener la fauna y la vegetación de un zoológico y de un parque? ¿Y qué otro proyecto podría tener Barranquilla para generar un turismo complementario al de playas, mar e historia que ofrecen nuestras ciudades hermanas Cartagena y Santa Marta y conformar un clúster turístico? ¡Ninguno! Nosotros tenemos el Río Magdalena en su tramo más impresionante, con sus tajamares, y desde el Gran Zoo del Caribe, con nuestra ciudad como marco visual de gran impacto.

He presentado esta propuesta a quienes están actualizando el POT de nuestra ciudad, y la única respuesta verbal que recibí es que fue descartada porque se trata de una isla muy joven que no ofrece la estabilidad necesaria para un proyecto de esta importancia. ¿Saben ustedes qué hubieran hecho ya los paisas si contaran con esta isla frente a Medellín?

Por Nicolás Renowitzky Renowitzky

nicolasrenowitzky@hotmail.com