El Heraldo
Foto de archivo del dirigente liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado hoy hace 30 años. Archivo EL HERALDO
Colombia

30 años del asesinato de Galán: la generación huérfana de las ideas de un caudillo

El magnicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento, el 18 de agosto de 1989, marcó la historia de Colombia y de una camada de nuevos dirigentes que soñaban con la renovación de las costumbres políticas del país.

Cuando apenas comenzaba su curso la década de los 60, las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana en Bogotá comenzaron a albergar lo que años después se convertiría en la esperanza de miles de colombianos.

En una institución considerada entonces conservadora, un joven de profundos ojos azules comenzó a motivar a unos cuantos jóvenes, no más de 20, con la venia del padre Giraldo, una figura de autoridad y con ascendencia durante su época en la institución universitaria, que les permitió conformar lo que ellos con emoción llamaban Comandos Liberales Javerianos.

“Éramos un grupo muy chiquito, cabíamos en un salón pequeño, no éramos más de 20 personas o 30. Seguimos en las reuniones con la universidad, pero solamente éramos unos jóvenes liberales que queríamos trabajar en la universidad“, así recuerda la veterana y retirada política barranquillera Ginger Marino de Nule como conoció a Luis Carlos Galán Sarmiento y el origen de lo que más adelante sería finalmente el Nuevo Liberalismo.

Recuerda con claridad que al pasar algunos años, ya con una imagen sólida y reconocida por su trayectoria, Galán vino a Barranquilla invitado por la Universidad del Norte, a donde ella acudió a escucharlo. Una vez la vio la llamó para pedirle que se comprometiera a trabajar en el Atlántico con la idea que tenía, y por supuesto era imposible resistirse a la oferta a la que años antes ya se había apuntado. 

Nace el Nuevo Liberalismo en el año 79 y en muy poco tiempo las ideas que Luis Carlos Galán concebía y abanderaba se extendieron por todo el país y el Atlántico no fue la excepción. 

Momentos icónicos en la vida de Galán

Estas son algunas imágenes inéditas del candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado el 18 de agosto de 1989.

Luis Carlos Galán junto a sus tres hijos.
Luis Carlos Galán Sarmiento nació en Bucaramanga, el 29 de septiembre de 1943. Aquí aparece cuando estaba a punto de cumplir los dos años.
El líder del Partido Liberal buscó modernizar los partidos políticos y combatir la corrupción.
Luis Carlos Galan, Rodrigo Lara Bonilla, Nancy Restrepo de Lara.
Luis Carlos Galán junto a su esposa Gloria Pachón e hijos Carlos Fernando, Juan Manuel y Claudio Mario.
Galán (primero de derecha a izquierda) con tres de sus once hermanos, a los cuatro años de edad.
En 1950, Luis Carlos Galán Sarmiento comenzó sus estudios en el Colegio Americano y en 1952 ingresó al Colegio Antonio Nariño.
Emblemático retrato del líder político Luis Carlos Galán Sarmiento tomado por Javier Pesca.
El faro que iluminó el camino

La capacidad de convocatoria, el vigor de sus palabras, la “validez y oportunidad de sus puntos de vista”, el carácter y la convicción que expresaba con su cuerpo, permitieron que Luis Carlos Galán Sarmiento arrastrara a muchos jóvenes que veían con desdén la política, como “un mundo turbio y con poco arreglo”. Fue así como las ideas del Nuevo Liberalismo se multiplicaron en todas las regiones colombianas.

En Barranquilla, el encargado de liderar el nuevo movimiento con el que Galán pretendió reivindicar los sectores más débiles de la sociedad fue Arturo Sarabia Better, quien destacó de Galán su intensidad y fervor para liderar la transformación que anhelaba para el país.

“Su liderazgo fue entonces un soplo de aire fresco que nos sacó a muchos de la comodidad y de la mera quejumbre. Había que actuar, que participar, había que devolverle la majestad a la política, y Galán fue un faro que nos iluminó el camino, y el Nuevo Liberalismo un formidable semillero de dirigentes”, rememora el exministro de educación y exdirigente gremial atlanticense.

Preparado para gobernar

Jóvenes seguidores de la época en la que despuntó con mayor brillo y solvencia la figura de Luis Carlos Galán, al punto de ser considerado una amenaza para los intereses oscuros y corruptos de un puñado de políticos y narcotraficantes, veían en él un líder indiscutido que se preocupó por conocer cada rincón de Colombia, conocer los territorios y asimilar las necesidades y costumbres de cada región.

Al menos así lo recuerda José Antonio Segebre, exgobernador del Atlántico y quien militó en las juventudes liberales cuando ya Galán había empezado la carrera a la Presidencia de la República para el cuatrienio 90 -94.

La meta de Galán – señala– era lograr de alguna forma conocer los problemas de todos los territorios y a través de los distintos foros trabajar y estudiar la problemática específica de cada uno de ellos. 

“Teníamos un centro de estudios que se llamaba el CERC, Centro de Estudios para la Renovación Colombiana, y el objetivo era que en cada una de las regiones del país existiera un grupo de ciudadanos que estuviera de forma permanente recogiendo la problemática de los municipios del país y eso pudiera nutrir la plataforma y el trabajo permanente del Nuevo Liberalismo tanto en el Congreso como en general en todas las áreas en donde se desempeñaron”, relata Segebre.

El contacto permanente con la gente era la vocación de Galán y al estar viajando constantemente a las ciudades y municipios tenía la posibilidad de que la gente lo escuchara, porque se tomaba todo el tiempo para dialogar con sus seguidores y explicarles uno por uno los temas que verdaderamente afectaban al país .

se preparó en todos los campos para conocer a su país, para poder gobernar y para poder hacerlo bien

Así mismo esa interlocución le permitía recoger información en todas las regiones para nutrir su proyecto de trabajo por Colombia.

Segebre tiene muchos recuerdos frescos del tiempo que pudo compartir con Galán, especialmente un día que por encargo de Arturo Sarabia debió recogerlo y llevarlo a varias reuniones. 

“Me iba contando, me iba explicando qué estaba haciendo, cuáles eran sus propósitos, a dónde quería llegar, fue muy bonito, creo que fue muy importante para mí como ciudadano escucharlo porque de alguna manera era un hombre tan formado y tener la oportunidad de tenerlo ahí tan de cerca en ese momento y poder escucharlo ya no solo pronunciar un discurso sino dialogando al lado de él”, aprecia en su nostálgico relato.

En su mente retrata también la vez que lo acompañó a una fiesta en el Club Campestre y lo vio bailar con absoluta solvencia pese a su seriedad. Por eso cree – es su impresión– que Galán se preparó en todos los sentidos para gobernar, para ser presidente de Colombia.

“Yo digo que hasta eso hizo, como tal se preparó en todos los campos para conocer a su país, para poder gobernar y para poder hacerlo bien”

Presentimiento fatal

Antes de su asesinato, Luis Carlos Galán vino a Barranquilla el 30 de julio de 1989 a varias actividades, estuvo en una charla en EL HERALDO; según recuerdan periodistas de esa época, pero también se reunió con su gente.

Eugenio Díaz Peris organizó una fiesta en su casa. Galán estuvo compartiendo con sus copartidarios y amigos del Nuevo Liberalismo; sin embargo, después abandonó la fiesta y llamó a Ginger Marino, quien notó en su voz un dejo de tristeza.

Al indagar qué le sucedía, Luis Carlos Galán le dejó saber: “Estoy mirando la vida con mucha fatalidad No tengo salvación, a mí definitivamente me van a matar”. 

A mí definitivamente me van a matar

– Pero cómo así – interpeló Ginger. –En mi casa me llaman, no tengo vida, me muevo de un sitio a otro y me dicen cómo me muevo. Mi vida está en manos totalmente de personas que me quieren hacer daño.

El 18 de agosto del mismo año, Ginger Marino recibió una llamada de un amigo a su casa que le decía:

–Acaban de matar a Luis Carlos. Estamos aquí en el hospital, le acaban de dar unos balazos, pero a nosotros no nos dejan ni hablar ni dar declaraciones, pero yo sí creo que tú tienes que saber que a Luis Carlos lo mataron–.

Después aparecieron las noticias en la televisión y cada uno de sus amigos liberales en Barranquilla supieron que se había apagado para siempre la vida de quien debía ser el nuevo presidente de Colombia, la vida de la persona en la que habían cifrado sus esperanzas de lograr un cambio para el país.

Última reunión

En el caso de Arturo Sarabia la noticia la recibió tras haber llegado de Bogotá a pasar el fin de semana en Barranquilla, pues para entonces trabajaba como director del extinto Incomex. Su hermana Ana María lo llamó para decirle: – Prende la televisión que atentaron contra Galán.

La mañana de su muerte había conversado telefónicamente con él. Lo Arturo Sarabia lo había llamado para consultarle algo relacionado con su viaje a Barranquilla ese domingo a presenciar el partido Colombia-Ecuador. 

De ese encuentro futbolístico tiene un recuerdo imborrable, como muchos barranquilleros, porque ese día el Metropolitano se llenó de pañuelos blancos en tributo a la memoria del líder asesinado.

La noche anterior al crimen sostuvo la última conversación con Galán, en la oficina que tenía en el mismo edifico donde residía, frente al parque El Virrey. El dirgente barranquillero le había pedido una cita para conocer su opinión sobre si continuaba en el cargo que ocupaba en representación del Nuevo Liberalismo, o si renunciaba para vincularse activamente a su campaña presidencial, que ya estaba en marcha. 

“Para dar esta batalla, los necesito a todos ustedes en primera fila”, con esas palabras Luis Carlos Galán le pidió a Sarabia renunciar a su cargo en el Incomex y sumarse definitivamente a la campaña por la Presidencia.

Lamentablemente la carta de renuncia no llegó como lo esperaban esa misma semana por el sino trágico que pesaba sobre la vida de Galán: balas asesinas acabaron con su vida.

En tanto, un par de días después del magnicidio, Ginger Marino recibió en su residencia en Barranquilla un marconi, un telegrama: “Me citaba para el lunes a una reunión en Bogotá para que fuera porque estaban conformando en esos momentos un grupo que tenía organizado Luis Carlos. Me llegó después de que se había muerto, pero fue violento, para nosotros fue terrible. Yo por eso decía que esa generación quedó un poco huérfana con la muerte de Luis Carlos”, apuntó.

El magnicidio

Galán fue asesinado el 18 de agosto de 1989 en un evento público en Soacha, Cundinamarca.

El líder liberal recibió 5 disparos, de los cuales 3 resultaron fatales, desde la parte inferior de la tarima, mientras levantaba sus manos para saludar a la gente, ubicada en la plaza principal de Soacha. Fue llevado con vida al hospital de Bosa, y luego fue al de Kennedy, en Bogotá, donde murió.

En 2016, el Consejo de Estado declaró delito de lesa humanidad el crimen de Luis Carlos Galán. En noviembre de ese año fue condenado a 30 años de cárcel el general (r) de la Policía Miguel Maza Márquez, quien era el Director del DAS para la época del crimen.

Tras un largo proceso, Alberto Santofimio Botero fue sentenciado a 24 años de cárcel por la coautoría intelectual del asesinato, condena que cumple en su residencia.

Una imagen para la historia

La noche del viernes 18 de agosto en que Galán fue acribillado en la plaza de Soacha, el fotógrafo cartagenero Gustavo Torres Arrieta se disponía a culminar su jornada laboral como reportero gráfico en la oficina de la agencia de noticias Colprensa, en Bogotá, adonde llegó después de laborar en EL HERALDO.

Antes de partir, un compañero le avisó que le habían disparado a Galán. Solo quedaban él y el periodista de turno.

Le dieron la orden de que se fuera a Soacha, que cogiera el carro y se trasladara.

“Cuando pasé por el palacio presidencial, iban saliendo los carros de los escoltas del Presidente y una ambulancia. Iba un costeño con medio cuerpo afuera del vehículo y me hizo seña de que lo siguiera. Los seguí y en el camino se estrellaban motos por la velocidad; carro que estaba por el medio se lo llevaban, eso fue un desastre”, recuerda.

Al llegar a Soacha, el reportero cuenta que dejó el carro en la mitad de la calle, y en momentos en que el cuerpo de Galán, moribundo,  era trasladado en una camilla, alzó la cámara y alcanzó a disparar unas tres veces. Cuenta que se le acercó un coronel que le gritó que nada de fotos. Enseguida sintió el golpe de otro policía que le pegó con su carabina un culatazo que le fracturó la costilla. 

La adrenalina le impidió sentir el dolor de inmediato. Tomó el carro y se fue al hospital de Keneddy, adonde trasladarían el cuerpo de Luis Carlos Galán. Ya tenía la foto que le dio la vuelta al mundo y que se difundió en todos los medios de comunicación nacionales e internacionales.

La fuerte presencia policial no le permitió ingresar al centro hospitalario y esa noche se quedó registrando la tensión, el dolor, la desesperación y la angustia que se vivía en los alrededores del hospital donde declararon la muerte del caudillo liberal.

“Había que revelar, yo le mandé el material a otro fotógrafo para que revelara. Cuando llegué al periódico fue que me di cuenta de la dimensión de la fotografía”.

Gustavo Torres cuenta que su foto ni siquiera recibió crédito, porque la vendieron a la agencia Reuters, que fue la que se encargó de rotarla por todo el mundo. 

Anécdotas

Ginger Marino de Nule (integró el Nuevo Liberalismo)

Nosotros lo traíamos en carnaval, pero porque nos interesaba que la gente lo conociera. Pero Barranquilla es Barranquilla. Él se prestaba para todo porque también le interesaba lógicamente que nosotros crecieramos políticamente y cogimos y lo disfrazamos de cumbiambero y nos lo hemos llevado para el Hotel del Prado. Resulta que claro, nosotros con Luis Carlos y todo, felices mostrándolo y la gente contenta, pero en ese momento suena la primera canción del Joe Arroyo y ahí la gente no tuvo que ver ni con Galán, ni con nada, todo el mundo se paró a bailar y Luis Carlos se quedó así mirando, como ajá… Le dije: esta gente vino fue a bailar, pagó para bailar y además con el Joe Arroyo. Aquí no manda Luis Carlos Galán, aquí manda el Joe Arroyo. Y así con ese tipo de cosas nos moríamos de la risa.

Arturo Sarabia Better (dirigió el NL en el Atlántico)

Una triste cuando el 30 de abril de 1984 mataron a Rodrigo Lara. Galán estaba en Barranquilla, estábamos reunidos en un auditorio de la CUC. Al saber la noticia Galán logró conseguir milagrosamente esa noche un vuelo de SAM que venía de San Andrés, y hacía escala aquí, y de esa manera pudo devolverse a medianoche a Bogotá. Estaba profundamente impactado. 

Un alegre fue en una parranda vallenata en la casa de Eugenio Diaz, con Alfredo Gutiérrez, Julio Rojas, Leandro Díaz y Toño Salas, y seguramente con otros protagonistas más, pues Eugenio era desmesurado a la hora de organizar esas descomunales parrandas, en la que servía además guartinajas y otras exquisiteces.

Creo que fue la vez que vi a Galán más relajado, menos trascendente, y, por ende, mucho más cercano a todos nosotros. 

José Antonio Segebre (integró el Nuevo Liberalismo)

Recuerdo el día que llegó antes de Carnaval, tuvimos una fiesta en el Club Campestre, lo esperé en la puerta, lo recibí y lo acompañé al lugar donde iba a estar. No era un hombre de fiestas ni de ese tipo de cosas, pero en ese momento venía disfrazado de cumbiambero y se sentó en la mesa del doctor Ghisays, empresario, y su señora Silvia, que era la capitana, estuvo un largo rato departiendo con ellos. 

Ese día me impresionó mucho porque él un hombre muy serio y lo sacaron a bailar, y bailó muy bien, yo nunca lo había visto bailar. Me llamó mucho la atención. Me dije: este hombre hasta en eso se ha preparado, porque en el conocimiento del país, la cercanía con el país, tanto visitarlo, ya de alguna manera se había impregnado de todas las culturas de la Nación y de las expresiones culturales también.

El Estado sigue en deuda con Alberto Júbiz Hazbún

Cuatro días después del magnicidio de Luis Carlos Galán fue capturado de manera injusta el barranquillero Alberto Júbiz Hazbún, profesor universitario. Fue detenido en Bogotá junto a otras cuatro personas, señaladas por el asesinado del líder liberal.

El 5 de mayo de 1993 Júbiz quedó libre y fue recibido en Barranquilla con alborozo. Posteriormente, instauró una demanda contra el Estado por más de $5.000 millones. Murió por un infarto en 1998, en momentos en que había sido llamado a una conciliación. 

Veintiún años después, su hermano, Wilson Júbiz, asegura que el Gobierno Nacional sigue sin pagar la totalidad de la indemnización que se le adeuda a la familia por los cuatro años de prisión que pagó su hermano en ese entonces.

Wilson relata que, cuando salió libre, su hermano siempre criticó la demora del Estado en su caso. “El nunca entendió y nosotros tampoco. La verdad es que eso es algo que nos tiene preocupados porque afectó a toda la familia”, señala.

Wilson recuerda ahora que esa fue una época difícil pues “mi papá no quería ni ir a las reuniones. Él era socio en Coolechera, pero no quería salir y estaba bastante compungido y mi mamá nunca supo que él (Alberto) estaba privado de la libertad”.

La familia Jubiz fue indemnizada en febrero de 2014, pero en ese momento solo recibió “una mínima parte” del pago, como señala Wilson. Cinco años después, el Estado sigue sin resarcir el daño causado por aquella injusticia.

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