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Sin saber que sería la última vez que lo vería, el 19 de junio de 2010, Juan José Herrera despidió a su padre, Ismael Enrique Arciniegas Valencia, en el aeropuerto internacional Alfonso Bonilla Aragón, de Cali.

Ese día, cargado con unos cuatro kilos de droga por los que recibiría el pago de 5.000 dólares, Arciniegas Valencia partió de su ciudad natal con rumbo a la República Popular China, a donde ya había ido, bajo las mismas condiciones, en dos oportunidades y había salido bien librado.

Sin embargo, para el Gobierno chino ‘la tercera fue la vencida'. En esta oportunidad, las autoridades de este país lograron sorprenderlo con el alijo en su equipaje y la travesía, para la cual se había preparado durante toda una semana, acabó el 21 de junio, cuando fue recluido en la prisión de Guangzhou, donde vivió –según cuenta Herrera– momentos difíciles, entre otras causas, por una afección pulmonar que presentó.

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Desde ese entonces, Arciniegas se convirtió en uno de los cinco condenados a muerte en China por narcotráfico, notificación que fue entregada a sus familiares en el 2013, quienes intentaron apelar en contra de la decisión.

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'Unos días antes de irse para China, yo había tenido una discusión con mi padre y quedamos disgustados', recuerda Juan José, quien, además, dijo que siempre supo cuales eran las intenciones de su papá con ese viaje.

'Obviamente las necesidades económicas eran las que lo impulsaban a hacer cosas como estas. Él se arrepintió del error que cometió', manifestó.

Finalmente –pese a las gestiones hechas hasta última hora por el Ministerio de Relaciones Exteriores– siete años después de aquella despedida en tierras vallecaucanas (este lunes a las 10 de la noche, hora colombiana) fue ejecutado tras ser hallado culpable de tráfico de estupefacientes.

La despedida

Una hora y media antes de consumarse la pena de muerte, su hijo pudo conversar con él. El reloj marcaba las 9:30 a.m. de este martes, en el país asiático, y con la resignación y tranquilidad en su máxima expresión, el hombre de 74 años tuvo 28 minutos para decirles adiós a los suyos.

'Voy al encuentro con Dios. Este es un viaje de felicidad y alegría, no de tristeza ni de llanto porque me voy a encontrar con mis familiares y con mis amigos que han dejado este mundo y que están en el más allá', entre otras, fueron sus palabras de despedida.

De acuerdo con lo que Herrera le contó a EL HERALDO, algunos de esos familiares con los que su padre se toparía 'en el más allá' podrían ser sus dos hermanos: Miguel y Luis Germán Arciniegas, así como su hijo menor: Daniel Murcia.

Hace cuatro años atrás, falleció a causa de un derrame cerebral Luis Germán, quien se encontraba recluido en una prisión de China por tráfico de drogas, pero no fue condenado a pena de muerte, sino a cadena perpetua.

'A diferencia de mi papá, mi tío no quiso luchar. Él dejó de comer porque no quería seguir viviendo', contó Juan José, quien a sus 34 años se dedica al arte de tatuar, labor que decidió realizar desde que tiene 17, con el propósito de 'tomar rumbo mejor' que el de sus familiares.

AFP

Antes de la muerte de Luis Germán, una leucemia le había quitado la vida a Miguel, mientras que un accidente le arrebató la de Daniel, cuando solo tenía 20 años.

Juan José, ahora –junto a sus dos pequeñas hijas de 6 y 9 años y de su 'madre, tía, abuela y todo lo demás', Marina Erazo– está a la espera de que lleguen a Colombia las cenizas de su padre, a quien recuerda como un amante de la música, la lectura y la escritura.

'Él solo cursó la primaria, pero siempre estuvo rodeado de buenos escritores. Trabajó en varios medios y en el año 71 escribió la revista oficial de los Juegos Panamericanos que se desarrollaron en mi ciudad', afirmó.