Todos somos víctimas. Víctimas de la rutina, de la mentira, de la envidia, del orgullo, del ego, del dinero; otros son víctimas del pecado, de la soltería, de la depresión, de la tristeza, de la soledad, del miedo a vivir y de morir. Hay quienes prefieren ser víctimas del amor, de una mirada, de una sonrisa, de un beso, de las flores, de la lluvia.
Desde tiempos remotos hemos venido siendo víctimas de todo lo anterior, incluyendo entre otras cosas: "La violencia y la política" Gracias a estos términos de represión una gran minoría ha pasado de ser víctima a victimario, como en el caso de Jorge Eliécer Gaitán que, amargamente pereció en el Bogotazo. El fraude electoral que canallamente sufrieron los Analistas liderados por el General Gustavo Rojas Pinilla. Así, como las buenas intenciones en la gestación del "M-19" y la sangre inocente de Luis Carlos Galán que baña el río Medellín. Como el movimiento juvenil de los hippies y su revolución de pensamientos que le dio un vuelco a la década de los 60s, enmarcado en el eslogan: "Paz y amor" Como lo que en su momento expresó el inglés Oscar Wilde: "La desobediencia es la virtud original del hombre.
Mediante la desobediencia y la rebelión se ha realizado el progreso" Como todos aquellos que han sido leales al pueblo y como todos aquellos que entendemos que la libre expresión, también es un arma de destrucción masiva.
Thiago Bettin