No podemos ser buenos aportantes a nuestra sociedad y nuestra ciudad, no podemos ser buenos profesionales, buenos familiares, buenos ciudadanos, buenos amigos, buenos de todo sino somos básicamente buenas personas.
Para ser buena persona necesitamos, entre otras cosas, desintoxicarnos. Muchas, muchísimas personas están naturalmente desintoxicadas, en especial, y sin que sea determinante, personas mayores, que la vida y las experiencias les ha enseñado mucho, o que genéticamente y por fortuna de la vida y quienes los han rodeado han tenido una buena dosis de buena vida, convivencia y felicidad.
Desintoxicarnos no es otra cosa que expulsar, erradicar, sacarnos como sea, el odio, los resentimientos, ácidos que corroen y destruyen nuestro organismo, nuestro temperamento, y consecuentemente nuestras relaciones de trabajo, de amistad y todo tipo de relaciones humanaas. No es fácil porque los tres ácidos están inmersos en nuestro medio, en nuestro diario vivir y en nuestra cotidianidad.
Hagamos un alto, reflexionemos sobre el asunto y sus nefastas consecuencias, sino podemos ayudarnos por sí solos, busquemos quien nos ayude; no tiene que ser un Profesional, puede ser un buen amigo o familiar con buen criterio, cualquier persona cercana con buena sensibilidad y algo de experiencia en el tema, pero si no la tenemos, recurramos al profesional porque no se trata de algo circunstancial, pasajero, del mejoramiento en el compartimiento de la vida social; se trata de la desgracia o gratitud de la vida en sí del intoxicado y quienes lo rodean, nada más y nada menos..
Hector Asaf Quintero