Shary Isabel Visbal Galvez es el nombre de una de las más recientes víctimas de violencia de género en el departamento del Atlántico. Sufrió dos heridas tras ser impactada por disparos de arma de fuego, mientras se encontraba en su vivienda.
De acuerdo con el reporte de la Policía Metropolitana de Barranquilla, los hechos ocurrieron en la noche del pasado 9 de noviembre en el barrio El Carmen, del municipio de Malambo, donde dos hombres a bordo de un motocarro arribaron hasta el sitio y atentaron contra la humanidad de la joven, de 22 años, sin mediar palabras.
Visbal Galvez fue trasladada de inmediato hasta la sede de la Clínica Campbell en esta población, donde fue atendida por los médicos de turno para salvarle la vida. Hasta allá llegaron sus familiares, quienes señalaron a la expareja de ella como el presunto responsable del ataque. Aseguraron que la había amenazado tras no aceptar la ruptura de la relación.
Como esta, son decenas de historias que tienen como víctima a las atlanticenses.
En contexto
Y pese a las medidas e iniciativas, no cesan los casos. Según cifras de la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género del departamento, en lo que va de 2025 se han registrado 37 homicidios de mujeres, a corte del 14 de octubre. De esas 37 muertes violentas, la dependencia de la Gobernación del Atlántico las clasifica oficialmente así: 27 por sicariato, cinco por establecer, dos por balas perdidas, dos por riñas y una por tortura.
“Los feminicidios han sido 7 como tal; 4 en el Distrito de Barranquilla, 3 en distintos municipios del Atlántico: Ponedera, Malambo y Soledad. Es importante que sepamos comunicar que no toda muerte de una mujer es feminicidio. Feminicidio es la forma más abrupta, más violenta y más reprochable para acabar con la vida de ser mujer y la matan por el hecho de ser mujer”, explica la jefe de esta cartera, María Lourdes Dávila.
La funcionaria es psicóloga. En ese sentido, esta vez entrega cifras a modo de contexto. No obstante, en diálogo con EL HERALDO, se motivó a analizar el complejo panorama más allá de los datos, porque el hecho de que exista una mujer violentada ya es una razón de peso para reprochar y encender las alertas.
La pregunta clave
¿Por qué callan las mujeres? Es la pregunta que, a través de este medio, están analizando diferentes sectores encargados de enfrentar el flagelo, el cual se desbordó el año pasado (78 muertes violentas). El ejercicio coincide con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, cada 25 de noviembre.
“A pesar de que vemos un alza dentro de las denuncias, muchas mujeres siguen en relaciones violentas. Yo diría que (callan) primero por miedo, indefensión aprendida, muchas mujeres piensan que al denunciar no confían en la institucionalidad, sienten que el agresor no va a tener acceso a la justicia y va a salir libre y por ende no va a poder tomar represalias en contra de ella y de sus hijos”, sostiene Dávila.
Agrega otros factores fundamentales como la dependencia económica y la falta de autoestima; esta última les genera un miedo cada vez mayor de irse, lo que también produce la revictimización.
La Secretaría de la Mujer, a través de la línea 724, ha brindado atención a 1.039 mujeres afectadas. Por ellas, desde esta dependencia han creado programas que empoderan al género, por medio del fortalecimiento de unidades productivas como ‘Mujer que Brilla’ y ‘Mujer que emprende, mujer factura’, este último de la mano con la primera dama del departamento. En el primero impactaron a 95 beneficiarias, y en el segundo a 750 mujeres.
Voces en morado
En la reciente Feria Internacional del Libro de Barranquilla, Atlántico y el Caribe (Filbac) 2025, hubo espacio para debatir este tema, con el conversatorio ‘Voces en Morado: entender por qué callamos, cómo sanamos y cuándo decimos basta’.
Permitió la reflexión, el aprendizaje y la acción hacia la prevención de la violencia de género y promoción de una cultura de respeto, empatía y equidad. Contó con la participación del secretario de Cultura Distrital, Juan Carlos Ospino, y de la diputada Alejandra Moreno Astwood, quien ha insistido en incluir el flagelo en la agenda de la Asamblea departamental.
“Prevenir la violencia de género implica transformar nuestra forma de mirar, hablar y actuar. Es un compromiso colectivo que empieza con la palabra, con la voluntad de romper el círculo de la violencia, alzando la voz con el primer acto de protección: la denuncia y poner distancia del agresor. Por ello, en el marco de la Filbac, además de la realización del Conversatorio ‘Voces en Morado’, se repartieron 10.000 violentómetros a los asistentes, para combatir la normalización de la violencia”, manifestó Moreno.
El conversatorio abordó preguntas que siguen siendo urgentes en la sociedad actual: ¿por qué las mujeres no siempre pueden salir del círculo de la violencia? ¿Cómo detectar y actuar ante un caso de maltrato? Estas reflexiones abrieron el camino hacia propuestas concretas para acompañar, empoderar y proteger a las víctimas.

















