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En la cartografía del departamento del Atlántico se dibuja una realidad a la que no le pertenece un solo rostro, al ser el caso de 1.372 personas desaparecidas en el marco del conflicto armado. Ante este panorama, avanza por cada rincón del país el recorrido de la Ruta Buscadora de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, siendo el turno del departamento del Atlántico.

En diálogo con El HERALDO, Luz Janeth Forero Martínez, directora de la UBPD sobre esta iniciativa para con las víctimas del departamento.

¿En qué consiste esta estrategia y cuál es su propósito en el departamento?

La Ruta Buscadora es para nosotros una estrategia itinerante, una estrategia que trata de llegar donde están las personas que buscan a sus seres queridos desaparecidos.

Partiendo del hecho y del reconocimiento de que la mayoría de nuestros seres queridos desaparecidos no están desaparecidos en las grandes ciudades o capitales, sino que están en espacios mucho más suburbanos, muchos de ellos rurales, en sitios muy dispersos, lugares —como decimos coloquialmente— donde el Estado nunca ha estado.

Estamos hablando de buscar a 132.877 desaparecidos por el conflicto armado en Colombia, la mayoría de larga data. A veces nos dicen: “buscar ahora es más fácil porque hay redes sociales”, pero las redes sociales no funcionan para esto. Pueden ser una herramienta complementaria, sobre todo para casos recientes, pero no son el centro de nuestra actuación.

Por eso estamos muy felices con esta estrategia, y sobre todo con la oportunidad de visitar Barranquilla. Si bien es una ciudad que tiene equipo territorial e investigativo, sabemos que por aquí transitan muchas personas del departamento. Puede ser la posibilidad de generar conexiones para que cuando lleguemos a otros municipios del Atlántico ya nos reconozcan y tengan menos temor, menos estigma, menos miedo para hablarnos de la desaparición de sus seres queridos.

Insistimos en que este mandato es humanitario, extrajudicial, confidencial y reservado; no busca culpables, busca personas. Busca a todos y todas, independientemente del rol que hayan tenido en el conflicto armado, para seguir avanzando en estos resultados tan importantes para la búsqueda.

¿Cómo ha sido el trabajo de búsqueda humanitaria en un territorio que no ha sido reconocido oficialmente como escenario del conflicto?

En particular, en el Atlántico tenemos muy pocos casos referenciados, pero sabemos que hay más, porque esta es nuestra tarea. Nosotros estimamos que la desaparición tiene un nivel de subregistro del 50%. Por eso es tan importante insistir, generar puentes, canales y posibilidades para que más personas con seres queridos desaparecidos venzan el miedo, el estigma y la desconfianza, porque también hay desconfianza en la institucionalidad del Estado y del Gobierno.

¿Qué avances pueden compartirnos en este proceso de búsqueda en el departamento?

Lo más importante que hay que señalar es que en el Atlántico tenemos un universo de búsqueda de 1.372 personas desaparecidas en un departamento relativamente pequeño. Es un número bastante significativo.

Hemos logrado obtener 316 solicitudes de búsqueda, que no representa el 25% del total. Esa brecha tan grande entre familias buscadoras y población objeto de búsqueda muestra lo necesario que es el trabajo con los medios de comunicación para difundir, para que más personas conozcan la entidad y pierdan el miedo.

Hemos intervenido 19 sitios de interés forense y recuperado 18 cuerpos que hoy están en proceso técnico-científico de identificación. De esos, hemos podido entregar dos dignamente, plenamente identificados. Esto muestra lo complejo que es el proceso de búsqueda e identificación. Muchos cuerpos probablemente nunca podrán ser identificados por la larga data de la desaparición.

Pero también hemos podido encontrar siete personas con vida, y eso para nosotros es muy valioso, porque la búsqueda no es solo buscar fallecidos, sino hacerlo con la pretensión de que están vivos. En el Atlántico, a diferencia de otros departamentos de la regional norte como Magdalena, Cesar o Sucre, es el único donde hemos encontrado personas con vida, y para nosotros eso es un resultado fundamental.

Cada caso cuenta: cada persona que podamos encontrar viva, fallecida o de la cual podamos conocer la verdad es una posibilidad de devolver a las familias tranquilidad o esperanza.

¿Cómo contribuye el trabajo humanitario de la Unidad a la reconstrucción de la memoria y la verdad territorial especialmente en el Atlántico?

Una cosa absolutamente importante es que la búsqueda está atravesada por la memoria. Si no hay memoria, es muy difícil buscar, encontrar o dignificar.

La dignificación es un elemento clave, y ahí está la memoria, porque esto que estamos haciendo y descubriendo a través de nuestras labores investigativas también habla de lo que pasó. Hace un relato histórico más allá de las grandes investigaciones o del trabajo de la Comisión de la Verdad.

Entendiendo lo que pasó, estudiándolo y buscando estrategias que permitan que esto no vuelva a ocurrir, contribuimos al propósito superior de las garantías de no repetición.

¿Cómo pueden las personas que tienen información o sospechan de un caso de desaparición forzada acercarse a la Unidad para aportar datos o iniciar un proceso de búsqueda?

Hay muchos canales para contactarnos. En la página web las personas pueden interponer su solicitud de búsqueda de manera autónoma; nosotros las contactamos inmediatamente. Luego viene la entrevista con fines de identificación forense y la toma de muestra biológica.

Tenemos todos los canales digitales, y aunque sean de orden nacional, derivamos el caso al equipo territorial correspondiente.

En Barranquilla tenemos una sede territorial en la carrera 52 #70–04, barrio El Prado, y el teléfono directo o WhatsApp es el 316 280 0157. Las personas pueden escribir o enviar mensaje.

Hay muchas formas de hacerlo. Lo importante es dar el paso y establecer ese contacto.