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No necesitó el turbante, ni el machete, ni la pintura blanca en el rostro para hacerse sentir como todo un líder. Adolfo Maury llegó a las instalaciones de EL HERALDO con una camisa de flores, un sombrero vueltiao y la alegría que lo acompaña desde que fue designado rey Momo del Carnaval 2026.

Un mes después de haber sido nombrado soberano de la fiesta, Maury se presentó cercano y auténtico, rodeado de ese Congo Grande que junto a él ha encarnado la pasión por la fiesta.

Ahora su despertar es distinto. Cada día ha sido “un cambio radical” que ha transformado no solo su rutina, sino también la de su familia. “Lo hemos asumido con mucha alegría, con mucho entusiasmo y, ante todo, con optimismo”, expresó.

El director del Congo Grande de Barranquilla, con casi dos décadas de trayectoria y más de 17 Congos de Oro en su haber, reconoce que su papel como máximo embajador del Carnaval lo compromete a resaltar lo mejor de la tradición. Este año, además, la celebración tiene un motivo especial: el Congo Grande cumple 150 años de historia el próximo 22 de diciembre.

Josefina Villarreal

“Queremos celebrarlo muy especialmente, queremos honrar esa memoria histórica que encierra el Carnaval de Barranquilla. No solo en el congo, sino también en todas las doce danzas patrimoniales que nos representan”, dijo Maury.

En su relato se detiene a mencionar a los líderes de la tradición que han mantenido vivas expresiones como el Torito, el Congo Tigre de Galapa, las cumbiambas la Revoltosa, el Cañonazo, así como las danzas de relación entre las que figuran el paloteo.

Como antesala, se vivirá la ‘Semana del Congo’, un recorrido pedagógico y cultural que llenará de historia y tradición los espacios emblemáticos de Barranquilla. A través de talleres, muestras de música, vestuario y danza, la ciudadanía se reencontrará con el legado que ha hecho del congo un emblema patrimonial de la fiesta.

JOSEFINA VILLARREAL

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El reconocimiento de la modalidad de Congo como Patrimonio Cultural de la Nación ha sido, para él, uno de los mayores logros de su carrera. “Fue un propósito cumplido, fruto del trabajo conjunto de quienes integramos estas modalidades. Verlo cristalizado es un sueño que nos llena de orgullo”.

Maury Cabrera insiste en visibilizar a los protagonistas invisibles del Carnaval: “Queremos resaltar a todos esos actores que hacen parte directa o indirectamente de la fiesta: el que vende la bolsita de agua, el que confecciona un turbante, esa mano de obra que está detrás de bambalinas y que pocos reconocen. Ellos también sostienen la grandeza de este tesoro que tenemos”.

Viviendo su gran sueño

El rostro de Adolfo Maury Cabrera refleja todavía la emoción contenida de un anhelo que tardó cinco años en hacerse realidad. Hoy, como rey Momo 2026, asegura que su designación no fue casualidad, sino cumplimiento del plan divino: “El tiempo de Dios es perfecto. La gloria sea para Él, porque cuando Dios te tiene en sus planes, Él lo cumple en el momento indicado”.

La noticia de su elección lo sorprendió en medio de un proceso difícil. Su esposa atravesaba complicaciones de salud. En ese instante, pensó aplazar su sueño para acompañarla, pero fue ella quien lo animó a seguir adelante. “Me decía: eso es algo que siempre has querido, sigue adelante. Y esas palabras quedaron grabadas en mi corazón”, recuerda. Hoy, tras superar la adversidad, el apoyo de su esposa, de sus hijos Dayana y Daniela, de su nieta Isabela, quien también baila en la danza, y de toda su familia, se convirtió en la fuerza que lo impulsó a abrazar este rol como una bendición.

JOSEFINA VILLARREAL

Ese respaldo familiar se refleja también en el Congo Grande, donde varias generaciones han mantenido viva la tradición durante 150 años. “En nuestra danza participan abuelos, padres, hijos y nietos. Ese ha sido el secreto de su permanencia: el amor que se transmite de generación en generación”, explicó Maury evocando con respeto a su abuelo Víctor Cabrera, a su padre, don Adolfo y a maestros como Dionisio y Gilberto Altamar, cuyas enseñanzas marcaron el rumbo de esta modalidad.

El rey Momo destaca que la verdadera esencia del Carnaval también está en la transmisión de saberes. “Aquí no se trata únicamente de mostrar un congo o una cumbia. Lo que importa es el legado, lo que cada danza deja en la memoria colectiva. Esa es la riqueza que convierte al Carnaval de Barranquilla en el mejor carnaval del mundo”, afirmó.

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Memoria y patrimonio

Con su bandera cultural, Adolfo Maury llevará el Carnaval a las instituciones educativas de las cinco localidades de Barranquilla, compartiendo talleres de danza, creatividad y conocimiento. Una apuesta pedagógica que busca fortalecer en los niños y jóvenes el amor por el Carnaval, garantizando su transmisión a las futuras generaciones.

“Muchos llegan con curiosidad y terminan matriculados de por vida. Eso es lo más bello: ver cómo las raíces del Carnaval se siembran en los más pequeños y garantizan su futuro”.

Consciente de su papel como máximo embajador de la fiesta, insiste en que su misión va más allá de portar una banda. “Nuestro propósito es brindar lo mejor de nosotros, para disfrute de los barranquilleros y de todo aquel que nos visite. Esto es un compromiso que asumo con gratitud, porque detrás de este nombramiento está el apoyo de mi familia, de mi danza y del pueblo que me respalda. Para mí, eso es algo que jamás logré dimensionar y que se convierte en un motor para seguir adelante”.

Así, tan grande como su congo, trabaja para que su pasión ilumine la fiesta.

JOSEFINA VILLARREAL