Alguna vez Gabriel García Márquez dijo que él sabía cuándo estaba en el Caribe porque sus átomos se acomodaban de una manera distinta. Su cuerpo se ajustaba. Todo funcionaba correctamente. Y solo de esa manera se puede explicar lo que sintió Agamenón Quintero cuando regresó a Cartagena y escuchó a un gallo cantar bien temprano por la mañana mientras saboreaba un café. “Ahí se me quitó la depresión”, dice el director de cine monteriano que tuvo que pasar por la oscuridad de la depresión y la ansiedad para volver a filmar.
De esa experiencia nació ¿Por qué nadie me lo dijo?, su cuarta película que se estrenó en salas después de una ruta poco habitual, fue grabada entre Barcelona y Montería, con 60 millones de pesos de presupuesto efectivo. “Mis películas las he hecho con la plata que tengo en la mano. Esta se hizo así, entre amigos, con lo que había”, explica.
La cinta cuenta la historia de Jordi, un director de cine español que intenta superar las secuelas de una relación tóxica. El personaje está inspirado en lo que Quintero vivió en esos años. “Yo me fui a estudiar colorización a Barcelona con una depresión bastante fuerte. La depresión era por una pareja que tuve, fue una relación muy tóxica de seis años. Cuando ya empecé a contemplar el suicidio, me dio miedo. Dije: tengo que salir de aquí”.
La idea inicial no era hacer una película personal. Propuso un largometraje colectivo en el que varios estudiantes aportarían cortos que terminarían en medio de un partido Barça-Madrid. El proyecto se llamó inicialmente Un día de partit, pero fue desarmándose con el tiempo. “Los otros directores se quedaron con sus cortos. Yo ya había empezado mi parte y decidí seguir”.
En medio del proceso, conoció a una chica por Tinder. Esa relación lo ayudó a recuperar el ánimo. “Me sirvió como excusa para levantarme, para ducharme, para salir de la cama. La primera cita fue cómica, y dije: voy a escribir sobre esto. Así nació el guion”.
El fútbol fue otra herramienta para salir de la depresión. “El peor Barcelona de la historia me tocó a mí, pero igual me ayudó. Era el único momento en que podía gritar y no pensar en otra cosa. El fútbol da felicidad”.
Durante el rodaje en España usaron locaciones prestadas, materiales propios y un equipo mínimo. Solo tres días de grabación. “Me gasté dos millones en total. Allá nadie come sino que pica. Jamón, papitas, así rendía la comida”.
Con obstáculos
La segunda parte de la película se filmó en Montería. Para entonces, la situación personal del director era más complicada. Su ex pareja —la misma que menciona como origen de su depresión— había comenzado una campaña de desprestigio en festivales de cine.
“Me acusó de haberla golpeado. Decía que había vivido ocho años de abuso. Me quitó una película que habíamos hecho juntos, me demandó por otras tres. Me decía que si no me quedaba en Colombia, me iba a acabar la carrera”.
Según Quintero, eso lo dejó vetado de la escena audiovisual. “En Colombia el veto no es abierto, es mojigato. Te dicen que no estás vetado, pero no entras a ningún fondo, te desinvitan de festivales, la gente te deja de hablar”.
Por miedo a que cualquier proyecto futuro fuera reclamado, decidió cederle legalmente la autoría de Ángela, una película que habían escrito y dirigido juntos.
“Le dije: quédate con la película, pero firme este papel donde quede claro cuáles fueron los únicos guiones que escribimos juntos. Lo firmó, pero me quitó otros dos guiones, incluyendo uno que ya me habían pagado”.
Esas tensiones aparecen en el guion de ¿Por qué nadie me lo dijo?, pero no de forma directa. El personaje principal enfrenta cuestionamientos de colectivos feministas en dos escenas que, según Quintero, fueron escritas y asesoradas por amigas feministas. “Fueron cuidadas palabra por palabra, pero llegó un punto en que me sentí censurando en mi propia película. No se podía mostrar ni un mínimo de altivez, a pesar de que el personaje tenía todo el derecho”.
En verdad nadie se lo dijo
El título de la película, dice, tiene un doble sentido. “Es un sarcasmo: Todo el mundo me lo dijo. Mis papás me lo dijeron, pero cuando uno está con una persona psicópata, lo primero que hace es aislarte. Yo duré dos años sin hablarme con mi familia. Nadie me dijo que eso era violencia psicológica. Nadie te lo explica. Por eso el título tomó otro significado”.
La película fue seleccionada en el Festival de Cine de Guayaquil, que se celebrará desde el 29 de julio. El estreno en salas colombianas se adelantó debido a los recortes en el sector y a la incertidumbre sobre apoyos institucionales. “Esta película se ha hecho como le ha dado la gana”, dijo el cineasta que asistió al estreno del fime en la Cinemateca del Caribe el pasado jueves.
Sigue su camino
Ahora trabaja en la postproducción del documental Contigo y sin ti, sobre la historia de Fernando Hernández, un hombre cuya hermana quedó en estado vegetal después de una cirugía estética. La cuidó durante 22 años. “Es una historia durísima. Grabamos en enero y estamos editando”.
También prepara un nuevo corto con el arhuaco Jorge Elías Dél Alfaro, con quien ya había trabajado en Kumbi. “Vamos a seguir esa codirección. Dos visiones: la de ellos como arhuacos y la mía como colombiano caribe”.
El Caribe sigue siendo su base, aunque ahora lo mira con más distancia. “Córdoba tiene mar, ciénaga, manglar, cultura. Ahí tengo material para toda la vida”.