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El consumo habitual de refrescos y otras bebidas azucaradas podría tener consecuencias más graves de lo que se pensaba. Un reciente estudio desarrollado en Estados Unidos concluyó que las personas que ingieren este tipo de bebidas a diario tienen un 85 por ciento más de probabilidades de desarrollar cáncer de hígado.

La investigación, liderada por especialistas del hospital Brigham and Women’s de Boston —afiliado a la Universidad de Harvard—, hizo un seguimiento durante más de dos décadas a cerca de 100.000 mujeres en etapa posmenopáusica. Los resultados, divulgados por The Harvard Gazette, mostraron que el 6,8 por ciento de quienes consumían una o más bebidas azucaradas al día presentaron un riesgo significativamente mayor de padecer cáncer hepático, en comparación con las que las bebían en menor cantidad, es decir, menos de tres veces al mes.

Además, el mismo grupo tuvo un 68 por ciento más de probabilidades de morir por enfermedades hepáticas crónicas. Aunque se trata de un estudio observacional que no permite establecer una relación de causa y efecto, los autores consideran que estos hallazgos deben ser tomados en cuenta en las estrategias de salud pública.

Fructosa y daño hepático

Uno de los factores que explicaría este vínculo es el jarabe de maíz alto en fructosa, un edulcorante presente en la mayoría de los refrescos y productos ultraprocesados. Según la doctora Linda Hyde, oncóloga del Hospital General de Massachusetts, este ingrediente se metaboliza directamente en el hígado, lo que provoca inflamación y favorece la aparición de enfermedades como hígado graso, fibrosis y, en etapas avanzadas, cirrosis o cáncer.

Además de los daños hepáticos, este tipo de azúcar está relacionado con el desarrollo de resistencia a la insulina, obesidad abdominal, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, todos factores que incrementan el riesgo de cáncer de hígado, explicó la especialista.

El rol del hígado en el crecimiento tumoral

Investigaciones previas financiadas por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) han evidenciado cómo el hígado convierte la fructosa en lípidos, un tipo de grasa que, lejos de ser inofensiva, sirve como ‘combustible’ para los tumores.

El doctor Gary Patti, de la Universidad de Washington en San Luis, lideró un estudio en el que se comprobó que los tumores no consumen fructosa directamente, pero sí los lípidos generados a partir de ella. Estos lípidos son fundamentales para que las células cancerígenas formen nuevas membranas y se multipliquen.

Incluso, en ensayos con animales, se observó que al bloquear la enzima hepática encargada de este proceso, mediante un fármaco experimental, se logró ralentizar el crecimiento de los tumores en ratones alimentados con jarabe de maíz alto en fructosa.

Recomendaciones de los expertos

Frente a estos resultados, los especialistas coinciden en la necesidad de reducir el consumo de bebidas azucaradas y apostar por opciones más saludables, como agua, infusiones sin azúcar o jugos naturales sin aditivos.

La doctora Kristine Willis, experta del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), aclara que no todos los azúcares deben ser eliminados de la dieta. “Los azúcares presentes en frutas y verduras enteras se metabolizan de manera distinta a los que se encuentran en alimentos ultraprocesados”, puntualizó.

Asimismo, los nutricionistas sugieren adoptar un plan de alimentación equilibrado que incluya frutas, verduras, legumbres y proteínas magras, al tiempo que se limita el consumo de productos procesados, mariscos crudos, sal y aceites vegetales en exceso.

Los investigadores esperan que estos hallazgos sirvan como base para nuevas políticas de prevención y para concienciar a la población sobre los riesgos que puede implicar el consumo regular de refrescos y otras bebidas azucaradas.