La idea de que el exceso de trabajo afecta la salud ya no es nueva. Estrés, insomnio, ansiedad son los síntomas que lo causan y son bien conocidos.
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Pero un reciente estudio de investigadores surcoreanos va más allá y pone sobre la mesa una alerta mucho más profunda, pues indica que trabajar demasiadas horas puede cambiar la estructura física del cerebro.
El estudio, publicado en BMJ Journals, analizó a 110 personas con diferentes cargas horarias semanales. Algunos trabajaban 40 horas, otros llegaban a las 52.

A través de imágenes cerebrales, los científicos encontraron algo inquietante, quienes pasaban más tiempo en el trabajo mostraban aumentos anómalos en 17 zonas del cerebro, especialmente en aquellas que regulan la toma de decisiones, el control de impulsos y las emociones.
Este crecimiento, que en algunos casos alcanzó hasta el 19%, no es necesariamente una buena noticia. Lejos de significar una mayor capacidad, estos cambios pueden reflejar una sobrecarga del sistema nervioso que se adapta como puede a un ritmo de vida antinatural.

Otro hallazgo importante del estudio fue la relación directa entre las largas jornadas laborales, el estrés crónico y los problemas de sueño. Las personas que trabajan más horas suelen dormir peor, y eso, a su vez, parece tener un impacto medible en la materia gris cerebral.
En personas con depresión leve o subclínica, se observó un engrosamiento de ciertas áreas cerebrales vinculadas a la regulación emocional. Es decir, el cerebro responde, pero lo hace a un costo que aún no entendemos del todo.