Rincón Juniorista | EL HERALDO

El Heraldo
Teófilo Gutiérrez y Sebastián Viera levantan el trofeo junto a James Sánchez, la Reina Carolina Segebre y el alcalde Alejandro Char. Hansel Vásquez y Josefina Villareal
Rincón Juniorista

¡Arriba los campeones!

Junior regresó este jueves en la mañana a Barranquilla y celebró la conquista de la novena estrella con una multitudinaria caravana que terminó con baile en el Metropolitano.

Todos estaban emocionados. Desde el alcalde Alejandro Char hasta los operarios del aeropuerto de carga. Ahí eran esperados con ansiedad los jugadores de Junior que el miércoles se coronaron bicampeones de la Liga al vencer al Deportivo Pasto 5-4 en definición por tiros desde el punto penal, luego de caer 1-0 durante los 90 minutos en el estadio El Campín, de Bogotá. La primera autoridad del Distrito, hincha empedernido y miembro de la familia propietaria del club, llegó justo cuando el avión de Avianca, que trasladaba a los rojiblancos desde la capital, aterrizaba en la pista del aeropuerto Ernesto Cortissoz, a las 11 a.m. de este jueves.

Mientras los futbolistas descendían de la aeronave y pasaban a un bus que los transportaría hasta el aeropuerto de carga, donde se encontraba parqueado el carro de bomberos que los pasearía por las calles del sur de la ciudad hasta llegar al estadio Metropolitano Roberto Meléndez, un numeroso grupo de hinchas con banderas, pitos, tambores, gorras, camisetas, bufandas y todo tipo de accesorios alusivos al cuadro rojiblanco, esperaban afuera en medio del más despiadado y desesperante calor. Rayos de sol que latigaban la piel y que sofocaban al más fresco y relajado.   

Pero nada de eso importó. Con fidelidad y devoción, los junioristas se mantenían firmes para tributar una bienvenida triunfal a sus ídolos. Había gente de todas las edades. El veterano pensionado con abdomen pronunciado que tenía un viejo radio pegado en la oreja, y el chico millennial, flaco y desgarbado, que dividía su mirada entre lo que había a su alrededor y el teléfono celular. Pero también se veían ancianos, cuarentones, jóvenes, adolescentes, niños y hasta bebés. Hinchas tiburones de diversas edades y de distintos tipos.

“¡Junior! ¡Junior! ¡Junior! ¡Junior! ¡Junior!”, gritaba al unísono la multitud. Pero el cántico que entusiasmaba y hacía saltar a la totalidad de los presentes era uno que comenzaba más o menos así: “Poron pon pon, Poron pon pon, el que no salte es un…”.

En medio del jolgorio y la algarabía de los fanáticos, a las 11:23 a.m. por fin arribó el bus con los jugadores y la histeria estalló. El trofeo de la Liga se asomó por la puerta y se lo llevaron directamente a Alejandro Char en el carro de bomberos. Poco a poco los héroes de la novena estrella de Junior, encabezados por los capitanes Sebastián Viera y Teófilo Gutiérrez, empezaron a descender y a través de un camino conformado por los trabajadores del terminal aéreo, se dirigieron al automotor que se usa para extinguir incendios y para ‘prender’ celebraciones como la que merecían los gladiadores rojiblancos.

Sin Comesaña

No estaban todos. Jugadores como Fabián Sambueza, Matías Fernández, Rafael Pérez, Víctor Cantillo y Marlon Piedrahíta gambetearon el paseo de los campeones y se dirigieron a sus hogares. Tampoco se unió a esta parte de la celebración el cuerpo técnico. Ni Julio Comesaña ni ninguno de sus asistentes.

“Eso es para los jugadores, yo prefiero estar tranquilo mirando todo”, explicó Comesaña a EL HERALDO.

Viera y Teófilo se ubicaron a la vanguardia del carro de bomberos junto al alcalde Alejandro Char, su hijo Alejandro Jr. y la reina del Carnaval Carolina Segebre. En el resto del automotor se acomodaron Roger Torres, Michael Rangel, Daniel Moreno, Léiner Escalante, Iván Rivas, Gabriel Fuentes, José Luis Chunga, Willer Ditta, Sebastián Hernández, Enrique Serje, Leonardo Pico, Fredy Hinestroza, James Sánchez y Luis Narváez, que estaba más efusivo que de costumbre y regaló todas las camisetas y prendas de vestir de Junior que tenía en su maletín. 

La generosidad del experimentado volante barranquillero hacia los aficionados que le gritaban “goleador”, por anotar seis tantos durante la temporada (la mejor cifra entre los Tiburones), se multiplicó tanto hasta el punto que empezó a quitarle las gorras que tenían puestas sus compañeros para lanzarlas a la multitud que se amontonaba a los lados de la vía.     

Nunca pararon de brincar y saludar a la afición Viera y Teo, secundados por Char. La sonrisa se mantuvo tatuada en el rostro de todos. 

“¡Tremendo sol!”, dijo Ditta. “No importa, esto no se ve todos los días, hay que aprovechar y disfrutar estos momentos”, replicó Narváez. 

EL HERALDO, que tenía su periodista en el carro de bomberos, pudo notar de cerca la emoción de los jugadores. Varios no podían creer lo que veían. “Esto es superior a lo que vimos el año pasado cuando le ganamos a Medellín”, apuntó Sebastián Hernández. “Es impresionante. La hinchada de Junior es diferente a las de todo el país, por la alegría, el folclor y como viven el fútbol, es única, me encanta poder brindarle alegría”, comentó el volante antioqueño. 

A la caravana de la victoria, que era custodiada por motorizados del Esmad,  la siguió un enjambre de motos, bicitaxis y carros, desde los cuales se agitaban banderas y se sonaban bocinas. La gente esperaba en los bordillos y saludaba a los héroes con felicidad y orgullo. Desde las ventanas y balcones de las casas también aparecían personas, muchas con celular en mano tratando de captar el momento.  

Los camiones y buses urbanos que venían por las otras calzadas, frenaban, sonaban sus pitos y la gente se asomaba por las ventanillas para saludar a los campeones. Niños de los colegios aparecían con su espontánea alegría.

Teo, que estaba bañado en sudor, se disfrutó el título con toda la energía. “A esto vine a Barranquilla, yo dije que venía a ganar títulos y eso estoy haciendo”, expresó el histórico delantero. 

La hora de bailar

El recorrido tomó por la carrera 30 y la Vía Circunvalar hasta llegar al estadio Metropolitano Roberto Meléndez, donde aguardaban otro grupo de hinchas entusiastas.

Una tarima ubicada frente a la tribuna occidental, la única abierta para recibir al público, esperaba a los protagonistas del nuevo título rojiblanco. Locutores y DJs animaban a la gente y pedían a los jugadores que participaran activamente en el festejo.

“Un minuto de silencio, para el Pasto que está muerto, olé olé olé olé oléeee”, coreaban Teófilo y Léiner Escalante al tiempo que la afición los acompañaba.    

Las canciones de las barras retumbaron en las tribunas del Metro hasta que pusieron champeta y se empezó a vivir el duelo entre El Bosque y La Chinita, Narváez contra Teófilo. Pase aquí, pase allá. James Sánchez entró a terciar en la disputa champetera. Escalante y Daniel Moreno igualmente tiraron sus pases.

Sin embargo, el que se robó el show fue Sebastián Viera. No solo porque demostró que después de tantos años en Barranquilla ya tiene algo de swing bailador, sino porque además se inventó el pase del silenciador, en clara alusión al gesto que le hizo el sucreño Ray Vanegas, delantero del Pasto, antes de desperdiciar el tiro desde los doce pasos que se fue a las nubes y que terminó dándole el título a Junior y toda esa fiesta que hizo que muchos exclamaran: ¡Arriba los Tiburones!

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