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Se dirá que Junior pudo conquistar el título de este año gracias a su tremenda eficiencia en el cobro desde el punto penal, cuando sus 5 jugadores encargados de esa tensa tarea futbolística, no 'pelan uno', para ser ejemplo no sólo en Colombia, sino internacionalmente, donde se ve hasta en Europa los disparos malogrados para ganar 4-3 o 3-2, que eso se ha visto por montones.

Ciertamente, en ese tipo de definiciones de partidos que terminan empatados y no hay otra forma de desempatar que esa, Junior es un gigante en esa asignatura.

Pero este columnista no se limita a eso, porque Junior tuvo que luchar contra muchas muestras disimuladas —pero no por ello excusables— de favoritismo arbitral hacia el equipo de casa, esto es, el Once Caldas. En el arbitraje hay favoritismos vulgares, manifiestos, indisimulados, pero también los hay sutiles para cargarle la mano a un equipo todas aquellas jugadas que 'dan para dos', es decir, que las puede dar el picarón del pito para uno u otro, pero las da para el equipo que él quiere favorecer.

Este árbitro de antes de anoche favorecía disimuladamente al Once Caldas y ni el cuerpo técnico de Junior orquestaba una protesta. Pero en donde el silbato tuvo que descararse fue para facilitar hasta lo último al equipo caldense (a ver si hacía o no hacía un gol en ese primer tiempo) fue en la jugada a la que le dio largas en el tiempo de finalización.

En nuestro cronógrafo el tiempo estaba vencido, pero como la pelota estaba en las narices mismas del arquero Sebastián Viera, dejó que la jugada siguiera y ahí mismo llegó el gol caldense. Faltaba ver si la reposición era de 2 minutos y la extendieron a 3, buscando que el equipo de casa, que dominaba pero estérilmente, hiciera 'ese maldito gol' que no salía por ninguna parte. Como falta comprobar si el tiempo estaba o no vencido, por la misma razón invalida por deshonesta.

En fin, ya dejemos todo eso, estábamos descorazonados con ese gol fraudulento que hemos comentado, pero cuando se llegó a la instancia de los tiros desde los 12 pasos, el corazón comenzó a latir de nuevo con mayor brío. Eso quería decir que el Once Caldas estaba condenado a perder con Junior, que despachó a Millonarios por esa vía. Y que le trajeran al Real Madrid o al Barcelona, que también se los almorzaría irremediablemente para ellos.

No sería justo de nuestra parte finalizar este artículo sin dispensarle a Viera la ponderación que tanto se merece. Sus atajadas las firmaría desde Ricardo Zamora en los años 20 hasta Efraín Caimán Sánchez en los años 60, cuando se ganó en un campeonato suramericano su ingreso por la puerta grande en el fútbol argentino.

Palestra deportiva, por Chelo De Castro C.