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El pasado 7 de abril del año en curso, Barranquilla cumplió 200 años de haber sido erigida en villa Sus calles, avenidas, centros comerciales, carros y buses, entre otros, adornaban la ciudad con sus banderas grandes y pequeñas. En las esquinas de cada barrio y tabernas se escucharon canciones alusivas a Curramba.

Todos hablaban de la vieja Barranquilla, pero nadie, absolutamente nadie, ni la Alcaldesa ni el Gobernador, ni mucho menos mis colegas periodistas y locutores de los distintos medios de comunicación, ni los propios barranquilleros se acordaron de que en época invernal, que a propósito se acerca, Barranquilla, “el mejor vividero del mundo”, se paraliza porque unos de sus mayores enemigos, después de la inseguridad, corren con furia por las distintas calles de la ciudad, cubriendo los cuatro puntos cardinales, cobrando vidas humanas y ocasionando pérdidas materiales.

En la celebración que se llevó a cabo en la Plaza de la Paz, a la cual estaba como invitado especial el pueblo barranquillero, los verdaderos protagonistas de la historia, quienes no vieron ni gozaron del espectáculo, porque no pudieron ingresar a la plaza.

Durante el evento, se proyectaron imágenes de Barranquilla desde sus inicios hasta la actualidad. En ningún momento vimos imágenes de los arroyos, que son insignia representativa de la puerta de los arroyos. ¡Perdón!, de Oro de Colombia, los cuales han existido desde siempre y a través de la historia se han vinculado con el desarrollo urbanístico de la ciudad. De acuerdo con la tradición recogida por Domingo Malabeth, se da por sentado que para la época del nacimiento de la ciudad, las barrancas en que se estableció estaban separadas por arroyos poderosos que bajaban las aguas de la sierra del noroeste y las de los altos areniscos del viejo camino de Soledad, hacia una gran ciénaga espaciosa, comunicada con las tierras altas del occidente, y parte de las del suroeste vertían sus aguas a la ciénaga, a través de un gran arroyo que bajaba por el callejón de Progreso, cruzando por la Calle Ancha (llamada así por el arroyo que se forma en su centro) hasta la laguna. La existencia de la ciénaga explica la forma irregular de los callejones formados en la banda oriental de la Calle del Comercio y la banda occidental de la Calle Real.

Iván Leonardo Meneses R.
Ivanl.meneses@hotmail.com