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En medio de la expectativa que representa la celebración del Día del Idioma a los docentes de nuestra lengua Materna, es necesario resaltar los caracteres semiótico lingüísticos del habla costeña. No en vano, el instrumento comunicativo que caracteriza a los habitantes de sta región es muy peculiar y posee una serie de variaciones fonético-dialectales y fonético-semánticas que identifican con orgullo nuestro Caribe colombiano.

Esa habla costeña rica, caracterizada y amenizada por las hipérboles y símiles es un instrumento comunicativo con excelentes valores lingüísticos. Esta terminología especial genera y ha generado una controversial manera de expresarnos (nojoooooda, tronco ’e vaina). De igual manera, las singularidades de vida de nuestros habitantes de la Región Caribe, bañados por una gran variedad de ríos y con el acompañamiento de un mar seductor y soñador generan una marcada pluralidad de conceptos con características endémicas, es el caso de güepajé, ñerda, carajo y huye, entre otros.

Pero no solamente los recursos naturales contribuyen a esta producción conceptual de términos, sino también el hecho desbordante y casual de nuestro mestizaje, la fusión sin igual de las tres importantes razas: el indio suspicaz, el español elocuente y el negro danzante, generaron un mestizaje único, con caracteres y pensamientos propios que han facilitado las diferentes interacciones lingüísticas vivas en esta región, con variaciones particulares que, ubicados en una espacialidad regional, son evidentes en cuanto al origen de términos se refiere y su relación de estos con el respectivo departamento del Caribe colombiano.

El Caribe colombiano pare a diario nuevas terminologías que enriquecen en general nuestra habla, no en vano nuestro Nobel de Literatura Gabriel García Márquez es un ejemplo fehaciente del relucimiento constante de nuestra habla costeña, en su producción literaria, nuestra pluma insigne introduce un sinnúmero de palabras y vocablos propios de nuestro Caribe; cita, así mismo, ciertas eventualidades lingüísticas que le han dado un prestigio y un reconocimiento a nivel mundial.

Por otro lado, la gastronomía criolla nos ofrece un variado menú de términos, entre los cuales se halla: arroz ’e lisa, arroz de payaso, mote, friche, carimañolas, arroz apuñaleado, punta gorda, rellena, chorizo, etc.

La utilización de sobrenombres o apodos es una situación muy común en el Caribe. Estos, en su gran mayoría, son sacados de la imaginación y la creatividad de nuestros citadinos, tal son los casos de: Mono Leche, Cara ’e clavo, oreja de puerco, quiubo-quiubo, camisa prestá, Ángel cafuche, María tabla, Alfonso el Burriquillo y Parranda Mocha, entre otros.

En términos generales, el habla costeña es un compendio singular de matices lingüísticos, una producción constante de términos que determinan los habitantes de nuestra región, una forma de habla propia que se ha abierto paso en el país y en el exterior, una particularidad tan importante como nuestra tierra, un linaje que se debe defender con tenacidad en este, nuestro terruño caribeño.

César Gamero De Aguas