Nuestro país está lejos de ser modelo de una sociedad civilizada y tolerante para afrontar las diferencias. Es evidente que lo que predomina en el medio es el hecho de contar con una sociedad descompuesta por la belicosidad, el odio, el resentimiento y la agresividad, reflejada esta en un lenguaje de bajo nivel, el cual atenta contra los principios y valores humanos.Lo peor es que dicho lenguaje proviene de personas que deben dar ejemplo a la sociedad, por tratarse de que tienen o han tenido el carácter de autoridad. De tal manera, que usando esa investidura, dan muestras de estar de espaldas a una cultura ciudadana, que dicho sea de paso, falta mucho por construir.
A falta de esa cultura ciudadana, se actúa a manera personalista, sacando provecho de intereses individualistas, que en nada benefician a grandes sectores de la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones.
Además del bajo nivel del lenguaje que utilizan, no aceptan el debate de ideas, acostumbrados con esa postura al monólogo y de allí que sean intolerantes con un pensamiento divergente.
Contrario a lo anterior, se hace necesario la planeación y ejecutorias de políticas públicas que vayan de la mano de una construcción de ciudadanía y con ello a trazar caminos para una sociedad civilizada, en donde se actué acorde con las convicciones y principios y el respeto por la diferencia, principios estos que giren alrededor del pensar y actuar en plural, en colectividades y no en personalismos. Donde la fuerza de los argumentos y contraargumentos, constituyan un valor humano para dirimir las diferencias y donde se razone con firmeza, pero con ecuanimidad.
Y que con lo anterior se minimice la violencia que azota al país en sus diferentes latitudes.
Edgardo Enrique Salebe Morr