
Nohelia, la soledeña que le tocó ‘La diosa coronada’ a Isabel II
Acompañada de su violín y su perseverancia la joven interpretó varias piezas musicales para la monarca británica.
“No creo que haya otra cualidad tan esencial para el éxito de cualquier tipo que la perseverancia. Supera a casi todo, incluso a la naturaleza”.
- John D. Rockefeller
Nohelia Zambrano Gutiérrez, una mujer soledeña de 27 años, considera que su perseverancia acompañada del gran talento que tiene para la música han sido claves para alcanzar sus sueños, incluso aquellos que han ido naciendo a lo largo del camino. Por teléfono, su voz es modesta. Sin embargo, al hablar de su experiencia con el violín se muestra muy segura de las habilidades que ha perfeccionado a través de los años.
El instrumento que aprendió a tocar cuando tenía 15 años la llevó a que la Embajada de Colombia en el Reino Unido la invitara el pasado noviembre a amenizar la velada de entrega de credenciales del embajador Antonio José Ardila a la Reina Isabel II. En el tradicional evento su Majestad recibe la documentación formal que acredita al representante designado como jefe de la misión diplomática en su país.
“Eso fue el resultado de una cadena de experiencias”, cuenta Nohelia emocionada en conversación con EL HERALDO. Antes de ir a la universidad, recuerda, uno de sus sueños era estudiar en el exterior. Lo intentó varias veces, pero la falta de recursos y la negación de una visa aplazaron su objetivo.
El año pasado el Icetex y el programa de becas Bricc (British Council Industrias creativas colombianas), abrieron convocatoria para músicos y artistas que quisieran aprender inglés en Londres, ella se presentó sin contarle a nadie ni tener grandes expectativas por lo que había vivido anteriormente. Finalmente recibió una llamada que cambió su vida.
“Iba en una motocarro y me llamó una muchacha del British Council, que no podía escuchar bien por toda la bulla que había en la calle. Me saludó y a mí se me salieron las lágrimas enseguida (...) Le pedí que me dejara llegar a la casa para poder conversar con calma, pero ella tenía afán y ahí me preguntó si aceptaba la beca o no. Le dije que sí y cuando llegué a la casa me bajé de la motocarro corriendo y emocionada le conté a mi familia”.
Recalca que de ese proceso académico lo único que tuvo que pagar fue el taxi de su casa al aeropuerto.
Una vez en Londres, la soledeña cumplía a cabalidad con las responsabilidades de la beca y en su tiempo libre se encargaba de buscar profesores con quien pudiera seguir practicando, pues “ya estaba allá y no tenía tiempo que perder”, dice.
Semanas después, casi al final del programa, la llamaron de la Embajada de Colombia en Reino Unido para que fuera parte del evento.
“Fue una total sorpresa. No le dije a nadie ni a mis compañeros de clase. Una vez allá, entendí que eso parecía destinado para mí porque siento que no lo tuve que buscar”, manifiesta.
Sobre lo que interpretó para la monarquía y miembros del gobierno británico, la violinista recuerda que fueron algunas piezas clásicas de Bach y un par de canciones colombianas como La diosa coronada y El pescador. “Yo soy amante de la música clásica y esa es mi formación, pero siempre me gusta hacer adaptaciones al violín de la música de mi país porque eso tiene su truquito, el que toca violín sabe que no es algo fácil”, cuenta.
El regreso
Desde que regresó a su casa a finales del año pasado Nohelia Zambrano sueña con volver al Reino Unido, por lo tanto decidió hacerles caso a las voces de sus maestros que en Londres elogiaron su talento y le insistieron para que aplicara en una universidad británica. Lo hizo para una maestría en violín y hace apenas unos días le notificaron que había sido aceptada en la Trinity Laban Conservatoire of Music and Dance, en Londres.
Su felicidad por esta gran noticia, sin embargo, se ha visto manchada por los altos costos —los dos años rondan las 40.000 libras esterlinas, o sea, más de 180 millones de pesos colombianos—y la imposibilidad de aplicar a una beca acá o allá, pues, dice, el coronavirus tiene todo aguantado, incluidos los fondos para ese tipo de programas.
“Yo sé que a través de becas se puede lograr porque así lo hice el año pasado, pero ahora con esto no puedo y es como si no tuviera nada. Está la oportunidad, pero no tengo los medios. Me va a tocar esperar hasta el próximo año a ver si abren un nuevo proceso de becas y aplicar de nuevo”, expresa con un poco de tristeza en su voz.

Sus inicios
“Cuando era pequeña yo qué me iba a imaginar tener un violín, yo pensaba que eso costaba como 2 millones de pesos. Era imposible pedirles a mis papás algo así porque de dónde”. Así recuerda Nohelia aquel primer momento en el que su sueño parecía imposible. A pesar de haber sido el violín el que la llevó a diversos eventos locales como el Barranquijazz — donde acompañó a la cantante cubana Aymée Nuviola—y en el exterior, fue la guitarra con la que tuvo su primer acercamiento a la música.
“A mí los instrumentos musicales siempre me llamaron la atención y a los 10 años le pedí a mi papá una guitarra. A regañadientes me la compró y se convirtió en mi mejor amiga”.
Recuerda también que ese instrumento musical la ayudó a ser más extrovertida, a socializar más con la gente.
En el colegio, la soledeña participó en diferentes actividades musicales aprendiendo a tocar instrumentos de manera empírica con la ayuda de videos que veía en internet. Sin embargo, fue el profesor Erasmo Vargas el que la invitó a conocer el violín, pues consideraba que Nohelia tenía buen oído. Además, le comentó sobre unas becas que estaba ofreciendo en ese momento la Escuela Departamental de Música.
Al día siguiente se presentó y fue aceptada. “Yo estaba asustada cuando les iba a decir en mi casa por el precio de los instrumentos, pero cuando me dijeron que un violín costaba alrededor de 200 mil pesos me tranquilicé”, cuenta entre risas.
“El violín me ha ayudado a cambiar mi visión de la vida. Yo creía que unas cosas eran imposibles, pero las he visto materializarse porque me dedico a este arte. Es un don que Dios me ha dado”, enfatiza.
Desde ese entonces, Nohelia Zambrano Gutiérrez se ha aferrado al violín con el cual ha atravesado Colombia y el océano Atlántico en busca de oportunidades que le permitan seguir creciendo de la mano de expertos.
No olvida los días en los que cambiaba tiempo de juego con sus amigos por quedarse practicando sola en su cuarto, probándose a sí misma y a aquellos que dudaron de su talento porque le decían que lo había empezado a tocar muy tarde. Ahora sabe y repite que la perseverancia supera casi todo, como dice su frase favorita de John D. Rockefeller.