El adagio reza que soñar no cuesta nada. En edad infantil, la imaginación nos puede llevar a convertirnos en científicos, astronautas o bomberos. En algunos casos, la fantasía se desvanece por factores que se oponen a su cristalización. Sin embargo, cuando el anhelo y la oportunidad se combinan, las probabilidades favorecen su realización.
Esto último fue lo que ocurrió con Eric Ramón Bermúdez, uno de los 57 bomberos de Barranquilla que ayer celebraron el aniversario 89 del Cuerpo de Bomberos (ver nota anexa). Hace cuatro décadas, cuando apenas había cumplido ocho años, atestiguó su primer incendio. La emergencia se presentó en una bodega donde guardaban sacos de fique. Como si hubiera sido ayer, recuerda que el desafortunado episodio tuvo lugar en la calle 8 con carrera 41, sector de Barranquillita.
Al sitio llegó a bordo de la máquina comandada por el sargento Rafael Bilbao, quien estaba a cargo de la estación La Loma del Cuerpo de Bomberos de Barranquilla. La conflagración, antes que atemorizarlo, activó en él la osadía.
Después de que las llamas fueran sofocadas, Eric ingresó a la bodega todavía humeante y con una elevada sensación térmica. Calor, adrenalina y peligro fue lo que sintió durante los segundos que dedicó a recorrer el espacio afectado. En 1976, a pesar de su corta edad, supo que en el futuro se dedicaría a salvar vidas y controlar emergencias.
Para esa época apenas cursaba estudios de primaria en un pequeño colegio en Barranquillita. Al finalizar la jornada escolar, su madre Lorenza Ramírez lo llevaba a la estación de bomberos para que cuidaran de él mientras ella cumplía su labor como celadora de una institución educativa. Por esa razón, el teniente Bilbao y el sargento Galvis –sus padrinos– se encargaban de protegerlo y alimentarlo.
Herencia de su padre. Lorenza tenía otra razón de peso para llegar hasta la estación con frecuencia. Allí estaba Cristóbal Hernández Caballero, un motorista del Cuerpo de Bomberos, con quien sostenía una relación amorosa. Pese a no ser el progenitor de Eric, fue quien se encargó de su crianza y eso propició que entre ellos se creara un estrecho vínculo de padre e hijo.
La decisión de Eric estuvo incentivada, sobre todo, por dos elementos: el ejemplo de su padre y el arrojo que denotan sus palabras. 'Hay personas que huyen del peligro y otras que lo buscamos, eso es ser adicto a la adrenalina', afirma.
Por eso sonríe cuando recuerda que después de terminar clases en el colegio, en sus tiempos libres y durante el período de vacaciones, se iba a la estación bomberil a empaparse del conocimiento y las experiencias de Cristóbal y
sus colegas.
Los gratos recuerdos en compañía de su padre adoptivo siguen frescos en su memoria. Sin embargo, el momento más difícil, el más triste, lo vivió hace 30 años. Era un día lluvioso en la ciudad y Eric, como de costumbre, estaba en la estación. De repente, recibieron el reporte de una emergencia en el centro de Barranquilla.
El escuadrón subió con rapidez a la máquina y emprendieron la misión. En el recorrido, a la altura del arroyo La María, dos buses de la misma ruta se desplazaban a toda velocidad por el carril opuesto. Uno frenó súbitamente para recoger un pasajero y el otro lo sobrepasó sin reparos. Este chocó contra el carro de bomberos: Eric salió expulsado del vehículo, sufrió lesiones en su rostro y fracturas en brazos y costillas. Cristóbal, en cambio, quedó aprisionado y los daños en su cuerpo fueron irreversibles. Una semana después del accidente falleció.
'Lo recuerdo como un papá protector y un motorista dedicado a su responsabilidad que siempre tenía la mejor actitud para ayudar a la comunidad', afirma, y enseguida reconoce que la labor de Hernández ha representado una de las mayores motivaciones para haberse inclinado por ser bombero.
El oficio. Con el aprecio que siente por su labor, Bermúdez sostiene que es una profesión basada en amor y abnegación. 'Es la misión de servir al prójimo en situaciones de emergencia o calamidades', agrega. Desde su perspectiva, más allá de apagar incendios o rescatar bienes, lo verdaderamente importante es 'salvar vidas'.
El trabajo incluye distintas facetas. Extinguen incendios, atienden emergencias forestales, escapes de gas, ofician como paramédicos e, incluso, ofrecen capacitaciones a empresas, instituciones educativas y establecimientos comerciales. Cada uno escoge el área de su preferencia y Eric se decantó por la operativa, la que siempre le ha seducido.
Lo más difícil de ser bombero –cuenta– es no poder llegar a tiempo a una emergencia y la imposibilidad de no salvar la vida de una persona atrapada dentro de un carro o una vivienda. Lo 'negativo' de la tarea se manifiesta cuando no pueden cumplir su misión fundamental.
Casos que marcan. Durante su trayectoria, dos casos lo han marcado. El primero es el de la fábrica de textiles Vanylon, donde hace dos años se registró un incendio en el que dos personas no pudieron escapar de las llamas. Aunque otros dos empleados se salvaron, en él sigue latente la desazón por quienes murieron.
El otro episodio lamentable fue el de los reclusos que perecieron en la Cárcel Modelo por la conflagración que ocurrió el 27 de enero de 2014 tras un amotinamiento. En esa oportunidad, Eric no presenció in situ el siniestro.
'Me tocó despachar la máquina pero viví a través de la transmisión lo que los bomberos padecieron en la extracción de los cuerpos y la atención de los afectados', narra.
Pasión compartida. Bermúdez es padre de tres hijos. Eric Junior, de 20 años, estudiante de Recursos Humanos; Erika, de 19, quien se prepara en el área de Salud Ocupacional, y Angie Paola, de 17, en cuarto semestre de Enfermería Superior. Todos ellos admiran el trabajo de su padre, pero uno, en particular, afirma que le gustaría replicar su labor.
Eric Junior es aficionado de la pintura y la lectura, pero nada le seduce tanto como la idea de convertirse algún día en héroe. Al igual que su padre, desde niño se habituó al día a día de los bomberos. 'Siempre iba con mi papá a la estación y lo sigo haciendo', dice.
El entusiasmo se refleja en su voz cuando expresa que la función de estos hombres es una vocación fascinante. Lo que más admira es la voluntad de arriesgar sus vidas por las de otras personas y la disposición de ayudar a la comunidad.
El joven define a su padre como un hombre responsable, arriesgado y decidido. No titubea en decir que ha heredado esas características, siempre atiende sus consejos y asevera que la amistad construida con el transcurrir del tiempo ha consolidado el anhelo de convertirse en bombero. Si la oportunidad le llega, no lo pensaría dos veces para mantener el legado familiar.
Cuerpo de Bomberos de Barranquilla cumplió 89 años de servicio
El Cuerpo de Bomberos de Barranquilla fue fundado el 16 de abril de 1927 a través de la Resolución No. 018 expedida por la Gobernación del Atlántico. La primera estación de la institución se creó en 1928, dentro de un cobertizo contiguo al viejo edificio del Palacio de Gobierno, localizado en San Blas (calle 35) con Ricaurte (carrera 39).
Conformó el primer equipo de combate contra incendios con 30 agentes de Policía, bajo el mando del capitán Jesús Montoya, siendo su primer instructor el coronel Juan Antonio Guisado.
Los primeros vehículos del Cuerpo de Bomberos de la capital del Atlántico fueron una máquina marca White con capacidad para 350 galones de agua y, posteriormente, otra adaptada sobre un chasis Chevrolet de 435 galones de agua, pintados de rojo.
En agosto de 1952 se construyó la estación La Loma, fundada por el general Eparquio González. En aquel momento existía un comité presidido por Julio Mario Santo Domingo y el comandante coronel Juan Antonio Preciado. El alcalde de la época era José Palacio Plaza.
La estación estuvo localizada en la calle 5 con carrera 42D, pero por los problemas de inundación que afectaban al sector en época de invierno, se trasladó de Barranquillita a la calle 39 entre carreras 45 y 46. Más adelante, fue bautizada como la subestación José Ballesteros.
La institución tiene asignado dentro de su personal, funcionarios que ejercen labores operativas, preventivas y otros que se dedican al área administrativa. El personal operativo-preventivo desarrolla turnos correspondientes con el siguiente personal: 1 comandante, 1 subcomandante, 8 tenientes, 4 sargentos, 6 motoristas y 37 bomberos. Entretanto, las tareas administrativas son desarrolladas por 4 funcionarios.
El Cuerpo de Bomberos de Barranquilla celebró ayer su aniversario 89 al servicio de la comunidad con una eucaristía que se realizó en la Catedral Metropolitana María Reina.