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Los padres pueden negociar una rutina y permitir que el joven se conecte con sus amigos para que no descuide su interacción social y acepte de mejor forma el confinamiento obligatorio por el coronavirus. Shutterstock
Familia

¿Cómo manejar la frustración de los adolescentes por el confinamiento?

Las relaciones sociales son de suma importancia para la salud emocional de los jóvenes. El diálogo es la solución.

La convivencia con adolescentes no siempre es sencilla y en ocasiones supone un desafío para los padres. A diferencia de los niños pequeños que buscan la atención casi permanente de los adultos, los adolescentes prefieren lo contrario, mantener sus asuntos personales lo más lejos posible de sus cuidadores. Pero, ¿qué pasa cuando padres, jóvenes y a veces hermanos menores deben quedarse confinados, en ocasiones, en hogares tan pequeños que no superan los 60 metros cuadrados?

Tensiones familiares

Clara Gutiérrez* no comprende las normas decretadas por el Estado de Emergencia en Colombia que le obligan a permanecer encerrada en su casa. Tiene 16 años y un novio de 17 con el que se encontraba todos los días al salir del colegio y que no ha visto en un mes.

“Me he sentido muy triste porque no recuerdo haber estado tan sola. Mis papás viven regañándome todo el día. Un día me escapé un rato a un Centro Comercial para despejarme pero no había nadie, ni siquiera me dejaron pasar del primer piso. Todo está desolado”, dice Clara, estudiante de 10 grado. Cree que si sale de su apartamento no le “va a pasar nada”.

Expertos señalan que el comportamiento de los adolescentes, por lo general, gira alrededor de ellos mismos. Por lo cual no comprenden tan fácilmente las normas relacionadas con el distanciamiento social “quedarse en casa para evitar que otros enfermen”.

Para la psicóloga clínica, docente de Psicología de la Universidad del Norte y autora del libro Ser adolescente en Colombia, María Eugenia Reátiga, los jóvenes pueden vivir momentos de estrés durante el confinamiento por la importancia que le dan a sus relaciones sociales.

“La escuela, además de ser el lugar donde los adolescentes cumplen sus deberes académicos, es un importante punto de encuentro social. Ellos tienen un afán de independencia. Sus amigos son su bienestar y quieren desprenderse de los padres y alejarse de la casa. Al estar aislados pueden sentirse solos y frustrados”, dice.

Reatiga, explica que esta cuarentena “moviliza lo peor” de las personas, lo que repercute en las relaciones familiares.

El confinamiento saca a flote los conflictos internos que tenemos todos, más aún si hay problemas en los hogares como la situación económica que es una fuente de seguridad para las familias”.

La profesional recalca que la rebeldía de los adolescentes se puede contrarrestar con la “fuerza” de los padres, pero no una fuerza vista desde la dominación sino desde la “contención” que puede ofrecer el adulto al entender lo que su hijo necesita, más allá de lo que muestra.

Hay informes que evidencian un incremento en la violencia intrafamiliar y esto se da porque las formas que teníamos de protegemos nos han sido arrebatadas. Estamos viviendo un domingo extendido, pero en el que se han borrado los límites entre trabajo y diversión, un tiempo en el que se desenmascaran los conflictos de una realidad idealizada. Esta es una invitación para tratar de mejorar. Para hablar con los hijos de forma serena y sincera, para intentar construir relaciones sanas”, agrega.

Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz, explica que una de las estrategias de comunicación que la organización empleó al servicio de los padres durante la cuarentena tiene por nombre ‘Conectados para cuidarnos’. A través de este canal, una de las preguntas más frecuentes de los padres ha sido: “¿Qué hacer con mi hijo adolescente?”

“Los padres deben hacer algo que es muy difícil y es ponerse en los zapatos del adolescente. En este momento de la vida ,lo más importante para ellos son las relaciones con sus pares y es justo eso lo que se les está limitando. Están sacrificando algo muy importante. Una buena opción puede ser llegar a acuerdos con ellos, establecer una rutina conversada y ver de qué manera pueden también conectarse con sus amigos para no descuidar su interacción social”.

Acordar con el hijo una rutina flexible en la que puedan concertar las labores del hogar, las horas de estudio, el tiempo de conexión, es una alternativa, según Piñeros para evitar las discusiones que se dan en el hogar cuando el adolescente no ha cumplido con sus quehaceres, no se ha levantado de la cama para bañarse o no ha dejado de ver televisión.

“No se trata de imponer reglas, sino de conversar con ellos y dejarlos elegir lo que quieren hacer. Es importante que en esta época podamos aprender de nuestros hijos, de las cosas que les interesan”. Reátiga, por su parte, enfatiza en la importancia de aprender a interpretar las necesidades del otro “en especial de los hijos.

“Hay que hablar con ellos en términos reales y respetar su derecho a la libertad”, concluye la profesional.

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