
Una lección de convivencia
Camisetas amarillas y vinotinto se mezclaron en Barranquilla con motivo del partido de fútbol ente las selecciones de Colombia y Venezuela, en medio del respeto y la hermandad de ambos pueblos.
La hermandad que debe existir entre colombianos y venezolanos salió a flote el martes con el partido de fútbol entre las selecciones de ambas naciones por la eliminatoria al Mundial de Rusia 2018, pero no precisamente en la cancha del estadio de San Cristóbal
–donde los futbolistas de uno y otro equipo se enfrentaron con garra pero sin mala intención– sino en las calles, tiendas, bares y restaurantes de nuestro país, donde primó el respeto por los extranjeros que han tenido que cruzar la frontera por la crítica situación política, económica y social que atraviesa Venezuela.
En Barranquilla, la Casa de la Selección, los hinchas se mezclaron en medio de bromas, angustias por el resultado del partido y hasta hubo abrazos cuando el árbitro pitó el final del juego. Las camisetas vinotinto resaltaron en medio de la mancha amarilla que se tomó la ciudad, lo que debe convertirse en la constante con las personas que a diario arriban del vecino país.
No se puede ocultar que la mano de obra venezolana, que por las condiciones de desespero en que arriban a Colombia miles de migrantes resulta más barata que la nacional, está ocasionando trastornos a la economía y les quita puestos de trabajo a los nacidos en este país, pero es un problema que deben solucionar las autoridades, no los ciudadanos del común. Hasta ahora, el Gobierno ha mantenido una política de puertas abiertas en la que ha primado el carácter humanitario antes que el económico o social.
Unos 25 mil venezolanos cruzan a diario la frontera y retornan a su país el mismo día con comida o dinero ganado en trabajos ocasionales, según cifras de Migración Colombia.
Son venezolanos que buscan trabajar en “lo que sea” porque con lo que ganan en tres o cuatro días, por el cambio del peso al bolívar, pueden llevar una vida digna en Venezuela hasta por un mes.
Los datos que tienen las autoridades en el Atlántico apuntan a que, en efecto, la mayoría de migrantes en condición irregular se dedica a las ventas informales en buses y en las calles, al lavado de carros y a actividades en restaurantes y peluquerías.
En Colombia hay 47 mil venezolanos con estatuto migratorio legal y 150 mil que ya cumplieron los 90 días permitidos sin visa, por lo que están en la ilegalidad y pueden ser deportados.
Es un drama humanitario que no se va a solucionar de la noche a la mañana, por lo que una buena lección de convivencia fue la que se vio en medio del fútbol.
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