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Desconcierta lo que pasa alrededor del proyecto de restauración del edificio de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, cuyos diseños finales se embolataron de un momento a otro, lo que obligó a aplazar la solicitud de aprobación a cargo del Ministerio de Cultura, indispensable para poder abrir la licitación, escoger una firma constructora y dar inicio a las apremiantes obras en este referente arquitectónico e histórico de la ciudad que hoy se está cayendo a pedazos ante la indignación e impotencia de los estudiantes del centro de educación superior.

Este nuevo capítulo en esta larga historia de “desidia, abandono, desgreño y corrupción” alrededor de emblemáticas edificaciones culturales de la ciudad, como advertía hace unos días en EL HERALDO, el arquitecto e integrante del Consejo de Patrimonio del Ministerio de Cultura, Ignacio Consuegra, se empezó a escribir a finales de 2020. ¿Cuál es la realidad acerca de los diseños de este proyecto de conservación integral que recibió el aval del Consejo Distrital de Patrimonio de Barranquilla, pero aparentemente nunca fueron terminados, de acuerdo con la versión ofrecida por las directivas de la universidad y desmentida por la contratista? Una incógnita que la comunidad educativa y la ciudadanía en general demandan sea resuelta con la mayor transparencia y claridad posibles porque hasta la ahora la información se ha suministrado a cuentagotas.

El rector de la Universidad del Atlántico, José Henao Gil, asegura que la contratista encargada del diseño, la arquitecta Yasmeidis Constante Figueroa, incumplió fechas de entrega y no acató las exigencias técnicas para adelantar una serie de ajustes en el proyecto original, según petición formulada por un experto del Ministerio de Cultura, quien no dio su visto bueno al producto final. Esas correcciones, de las que no se conoce su alcance, equivalen al 30% del diseño, mientras que el otro 70% estaría aprobado. Sin embargo, la señora Constante, “asombrada por lo que está sucediendo”, le confirmó a EL HERALDO que tras la terminación del contrato –el 9 de octubre del año pasado– se le requirieron ajustes en cuanto a la presentación del proyecto, que entregó el 30 de noviembre, a pesar de que la Universidad del Atlántico aún le adeuda el 70% del valor total del contrato correspondiente a la restauración, reconstrucción, ampliación, modificación y primeros auxilios de Bellas Artes en un área de 3.700 metros cuadrados.

Si no se presentan los diseños al Ministerio de Cultura, este asunto de importancia estratégica para la ciudad, y especialmente para los estudiantes corre el riesgo de quedarse estancado, pese a que el dinero a invertir en las obras se encuentra garantizado. La gobernadora del Atlántico, Elsa Noguera, calificó como “inaceptable” la demora en los diseños y reiteró que hace más de seis meses aseguraron recursos por $12 mil millones para ejecutar los trabajos. Otros $8 mil millones los aporta directamente la universidad. La mandataria insistió, en las últimas horas, que vigilarán la terminación de los diseños para que un plazo de tres meses sean aprobados por la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, lo que confirmaría que no estaban listos o por lo menos, no cumplían los estándares requeridos.

¿Quién responde por estos desaciertos que frustran una vez más los anhelos de una ciudadanía que clama por la recuperación de sus escenarios culturales? No solo se trata de buena voluntad, hay que saber hacer bien las cosas y frente a estos exigentes asuntos relacionados con la conservación patrimonial no se puede improvisar. Que nadie pierda de vista la situación de Bellas Artes, en cuya solución definitiva deben comprometerse, una vez más, con eficiencia, celeridad y colaboración autoridades, comunidad educativa y toda la sociedad.