Barranquilla es una de las ciudades que el Gobierno nacional mantiene bajo observación debido al “aumento en la curva de casos y muertes, así como de ocupación de unidades de cuidados intensivos”. En la lista también aparecen Medellín, Cali, Santa Marta, Montería, Bogotá, Leticia, Tunja y las capitales del Eje Cafetero. La situación epidemiológica vuelve a ser preocupante por el incremento sostenido de contagios y casos activos durante los últimos 12 días en la mayor parte del país, donde se registra, en promedio, una tasa de positividad del 25%.
Esta escalada del virus, la tercera ola de la pandemia, llega cuando apenas los sistemas de salud de regiones como Antioquia, Valle del Cauca o Bogotá empezaban a tener un respiro tras la embestida de contagios en el arranque de año por la excesiva interacción social de las festividades decembrinas. Análisis epidemiológicos anticipan fortísimas presiones, consecuencia de la Semana Santa, sobre hospitales, clínicas, y especialmente el extenuado personal sanitario. Lo más cercano a una ‘tormenta perfecta’ que vuelve a encender las alarmas frente a un eventual colapso con consecuencias inimaginables.
En Atlántico, a pesar del repunte de contagios de enero, la red hospitalaria pública y privada soportó la demanda de servicios y la ocupación de ucis no superó el 70%. Pero hoy se sitúa en 89,4% en Barranquilla, y en 91% en el resto del departamento por el relajamiento del autocuidado y la proliferación de actividades sociales, fiestas familiares y eventos masivos. Las cifras son dramáticas: los contagios siguen en ascenso, también las muertes, entre ellas las de profesionales del sector salud, merecedores de reconocimiento y gratitud. Atender sus recomendaciones es lo mínimo que cada ciudadano podría hacer para no exponer su vida y la de sus familias a la catástrofe.
A diferencia de los anteriores picos, epidemiólogos consultados por EL HERALDO advierten acerca del comportamiento agresivo de este brote que afecta con dureza a personas de 25 a 50 años, que “al enfermar están requiriendo mayor atención hospitalaria”. Las mutaciones del virus identificadas por el Instituto Nacional de Salud (INS), sin que sean las reconocidas variantes brasileña, británica o sudafricana, están “burlando la inmunidad adquirida por una persona, tanto la natural por haber enfermado, como la inducida por las vacunas”.
El virus se ríe de nosotros: mientras más circula entre la población, más fácil es que mute, evolucione y se haga resistente. Por eso, personas que superaron la covid han vuelto a contagiarse, e incluso quienes habían recibido una primera dosis resultaron positivos. Las vacunas son efectivas para evitar enfermar gravemente o morir por covid-19, pero no frenan un contagio, le dijo a EL HERALDO el director de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud, Gerson Bermont. La vacunación es una herramienta altamente efectiva, pero detener el virus requiere inmunización del 70% de la población, y aún estamos muy lejos de ese escenario. Hay que acelerar el ritmo, y los adultos mayores deben acudir a recibir sus dosis dejando de lado teorías conspirativas o creencias falsas que prosperan en redes sociales y chats de WhatsApp haciendo un daño enorme a la inmunización de este grupo etario.
¿Por qué insistir en desafiar al virus que a diario cobra la vida de 40 personas en Barranquilla y los municipios, cuando está comprobado que la única forma de detenerlo es acatando los protocolos de bioseguridad y aplazando la vida social? Desgastarse en debates políticos sobre la pertinencia de las decisiones resulta inútil ante lo impredecible del comportamiento de la covid que sigue escribiendo su propia historia, y cada quien debe revisar su proceder para no sucumbir.
Barranquilla afronta un momento crítico en el que las autoridades extienden restricciones al transporte público y a sectores como billares y bares, e incluso no hay que descartar acciones más severas de acuerdo con la evolución de la pandemia. Coherencia y unidad en las medidas para evitar confusión entre la población, acción coordinada con la fuerza pública orientada a garantizar su cumplimiento y absoluto compromiso de la ciudadanía. Esta tercera ola también pasará, pero depende de cómo se encare lo que está por venir su impacto será más o menos fatídico.