https://www.youtube.com/watch?v=fZkuKy9iVQM

Colombia no se merece la campaña presidencial de desprestigio, maniobras de juego sucio contra oponentes, clima tóxico e irrespeto generalizado que ha soportado en los últimos meses. Como hemos insistido, en otras oportunidades en este mismo espacio, era evidente que sectores del Pacto Histórico, con sus acusaciones, falsedades y burlas, venían cruzando las líneas rojas de mínimos valores democráticos y principios éticos, al punto de desatar una guerra non sancta en términos electorales, centrada en figuras consideradas por sus estrategas como potenciales “amenazas”. Las sospechas quedaron confirmadas tras la filtración de una serie de videos de las reuniones privadas del petrismo en pleno, en las que sus líderes más representativos, como el senador Roy Barreras, detallaban cuáles debían ser los blancos a derribar en la “batalla”, para la que él mismo se declaraba “listo”. ¡Cuándo no!

Señalados con nombre propio, y no es de extrañar que así sea, aparecían Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y Federico Gutiérrez, rivales del candidato Gustavo Petro. En mayor o menor medida, difícil saberlo ahora con certeza absoluta, la maquinaria de desinformación cumplió su cometido, tanto que ninguno de ellos se encuentra en la recta final de la elección. También es cierto que los ciudadanos apostaron en las urnas por un cambio fuerte, radical sí se quiere, en vista del desencanto por el actual modelo de gobierno, y ciertamente las propuestas, discursos o personalidades de los mencionados aspirantes no llenaron sus expectativas porque, como ellos mismos han admitido, no supieron leer las demandas de transformación en la forma de hacer política. Pero, ¿el deseo de dar una vuelta de tuerca a todo lo conocido también incluye que los electores toleren las cuestionadas prácticas en las que han incurrido grupos petristas, en particular sus barras bravas, y que dejaron al descubierto el contenido de los videos?

Nada ilegal, señalaron a coro los protagonistas del hecho, excepto por los límites éticos transgredidos. Minimizar lo ocurrido o simplemente rehuir la autocrítica o la vergüenza ajena, como sí la expresó el senador progresista Gustavo Bolívar, no le resta gravedad a un episodio lamentable que podría tener continuidad en los estrados judiciales. Por un lado, por las denuncias interpuestas por el Pacto Histórico que estima hubo “violación a la intimidad, reserva e interceptación de comunicaciones” por la divulgación del material, y por otro por la ampliación de la denuncia contra la campaña petrista hecha por el excandidato de Equipo por Colombia, Federico Gutiérrez, que la califica como una “banda criminal”. Visto en profundidad, el asunto, además de ser bochornoso, es delicado, si se contrasta, y no está de más hacerlo, con el análisis realizado por el excandidato de la Coalición Centro Esperanza, Sergio Fajardo, al argumentar su decisión de votar en blanco: “De la forma como se llega al poder, así se gobierna. Llega con corruptos, gobierna con corruptos”. Válido para quien obtenga el poder este domingo 19 de junio.

Al margen de los cuestionamientos contra el aspirante de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, el ingeniero Rodolfo Hernández, a quien tachan de populista, demagogo o de desconocer el funcionamiento del Estado, entre otros, la mezquina utilización del secuestro y asesinato de su hija ha constatado el irrefrenable avance del todo vale en la carrera presidencial. Parecería ser que de la ofensa verbal o la agresión en redes sociales transitamos, como abducidos por un mesianismo político basado en las supuestas virtudes de uno u otro candidato, hacia un alarmante punto de no retorno en el que los ataques físicos o la violencia política podrían ser los siguientes pasos. ¿Somos conscientes de que eso es un peligro real o seguimos sin entender las consecuencias del ambiente cada vez más envenenado al que esta animadversión nos está conduciendo a los colombianos, independientemente de la preferencia electoral?

Quedan solo cinco días para las elecciones. Y arrecian de manera implacable las denuncias desde y hacia todos los lados. En el tinglado, compra de votos del petrismo, versión de la excandidata Ingrid Betancourt, o montajes de cuentas falsas sobre supuestas adhesiones, declaración pública del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras. Difícil encontrar una encrucijada electoral más enrevesada, un callejón sin salida, señalan algunos, en la que los discursos personalistas se imponen sobre las propuestas. Cambio, sin duda, habrá. ¿De qué tipo? Los indecisos tienen la palabra.