El Heraldo
Editorial

Asignatura pendiente

Los sindicatos de educadores han puesto el dedo en la llaga sobre los problemas de inseguridad dentro y fuera de los colegios oficiales. Las autoridades deben concentrar todos sus esfuerzos en brindarles garantías a profesores y estudiantes.

La inseguridad a la que se enfrentan a diario decenas de maestros de los colegios oficiales de Barranquilla y el Atlántico es un problema que no admite concesiones. Las autoridades están en la obligación de brindarles todas las garantías para cumplir su trabajo y evitar que fenómenos como el pago de ‘vacunas’ para ingresar a los planteles educativos o para traspasar las denominadas fronteras invisibles en las zonas vulnerables, se conviertan en el pan de cada día para los profesores.

En un informe publicado ayer por EL HERALDO, los sindicatos de educadores Adea y Adeba pusieron el dedo en la llaga sobre la inseguridad dentro y fuera de los colegios. El microtráfico es uno de los principales flagelos, pero no es el único: las pandillas es otro temor con el que se ven obligados a convivir profesores, estudiantes y padres de familia.

Al menos 90 maestros se encuentran amenazados por denunciar la presencia de pandillas o combatir el expendio de drogas, por lo que uno de los pedidos de los sindicatos es que se preste vigilancia permanente en algunos planteles educativos.

El Distrito ha priorizado 40 instituciones dentro del plan Entornos Escolares Seguros, las cuales cuentan con línea directa con la Policía para la atención de las problemáticas antes mencionadas. Sin embargo, las asociaciones de maestros afirman que no es suficiente.

Estas bandas no solo se dedican a la intimidación de profesores y alumnos, también reclutan adolescentes para sus actividades criminales.

Según las denuncias, algunos menores de edad han tenido que abandonar sus estudios porque no pueden cambiarse de un colegio a otro debido a la existencia de fronteras invisibles en barrios como La Luz, La Chinita, El Ferry, Rebolo, Siete de Abril, El Bosque, Sourdis, Porfín, Los Olivos, La Manga y Carrizal. Aquí las pandillas ejercen un estricto control a toda hora del día sobre quién sale y quién entra, y los profesores no son la excepción.

Como consecuencia de esto, muchos educadores deben cancelar a diario ‘vacunas’ de $500 o $1.000 para poder ingresar a los colegios o para que no los atraquen, aseguran los sindicatos, y quienes se resisten a pagar pueden llegar a ser víctimas de atentados.

No es un secreto que el mejoramiento de la calidad educativa es uno de los grandes logros de la actual Administración, por lo que se requiere concentrar todos los esfuerzos en erradicar estos flagelos de los colegios para que esta política pueda continuar dando frutos. Es la seguridad de nuestros niños y de sus profesores una asignatura pendiente para las autoridades.

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