Una decisiva cita con la democracia se cumplirá el próximo jueves 2 de octubre en la Universidad del Atlántico. Por segunda vez en su historia reciente, estudiantes y docentes participarán de forma directa en la elección del rector del principal centro de educación superior del departamento.

La consulta universitaria, que las campañas han visionado como la ‘prueba de fuego’ de este convulsionado proceso, marcará un precedente en la vida institucional de la universidad. Tras su realización, solo cinco hojas de vida seguirán en la puja por el cargo, después de que el abanico inicial estuviera conformado por 19 aspirantes.

Esta es la materialización de un reclamo histórico por parte de los movimientos estudiantiles, que años atrás lograron una modificación al Estatuto General de la alma mater para que el sondeo ante la comunidad universitaria se constituyera en un paso clave en medio de la escogencia del rector.

Por eso, los mismos estudiantes han sido enfáticos en la defensa de este espacio, como símbolo de democratización interna y un ejercicio de corresponsabilidad frente al liderazgo que requiere uno de los principales centros de educación superior del Caribe colombiano, que cuenta con más de 23 mil alumnos y un presupuesto cercano a los $445 mil millones.

En las semanas previas a esta contienda en las urnas, las prácticas de la política tradicional se han apoderado de las distintas sedes de la alma mater. Mítines electorales, debates entre candidatos y recorridos por las facultades –a los que se suman conciertos y banderazos– son algunas de las actividades por las cuales se han decantado los aspirantes para socializar sus propuestas y tratar de convencer a los estamentos de la comunidad universitaria.

Y, aunque las directivas han sido enfáticas en sostener que las actividades académicas se vienen adelantando con normalidad, lo cierto es que han pasado a un segundo plano debido a que la atención se encuentra centrada en los pulsos de poder frente a las elecciones.

Además, a diario crecen los señalamientos de irregularidades y anomalías, lo que ha llevado a que la Procuraduría General de la Nación adelante un seguimiento especial, mientras que el Ministerio del Interior ha puesto también su foco en el proceso.

En medio de todo, la atención se ha centrado en la ‘guerra fría’ protagonizada por cuatro aspirantes que –según los cálculos políticos– tendrían las mayores posibilidades de conquistar votos en el Consejo Superior, la máxima instancia de decisión en la universidad.

Se trata de Danilo Hernández, actual rector que busca reelegirse con el respaldo de un sector del charismo; Wilson Quimbayo, un abogado y docente universitario que tiene el respaldo del Gobierno nacional; Leyton Barrios, quien en algunos círculos ha sido presentado como la principal carta de la casa Char por el cargo; y Álvaro González, vicerrector de Bienestar Universitario, quien tendría una alianza con el exsenador Eduardo Pulgar.

En medio del debate, la comunidad estudiantil ha sido enfática en recordar que la prioridad debe ser el fortalecimiento institucional de la Universidad del Atlántico. Este no es un deseo menor, pues los antecedentes de protestas, paros académicos y crisis administrativas en años anteriores minaron la credibilidad del claustro educativo y afectaron de manera directa la continuidad de los procesos formativos.

Por ello, es más que válido el llamado de los estudiantes a que se garanticen la estabilidad, la transparencia y una visión académica de largo plazo que evite que la universidad vuelva a ser escenario de conflictos que perjudiquen tanto su desarrollo como su proyección en toda la región Caribe.

De tal manera que contar con medidas de transparencia en la consulta –como ya lo ha anunciado el Comité Electoral de la Uniatlántico– es un sinónimo de respeto a la autonomía universitaria y de compromiso real con la excelencia académica como la única vía para consolidar un proyecto educativo que esté al servicio del conocimiento y no de intereses externos.