No hay derecho a que la empresa pública y privada más importante del país, la que más exporta, la mayor contribuyente y la acción colombiana con mayor bursatilidad esté en manos de una persona con tantos líos como el señor Ricardo Roa.

Esta es una ocasión perfecta para aplicar el principio de que las instituciones deben escogerse siempre por encima de sus dirigentes, sobre todo cuando esos dirigentes tienen cuentas pendientes –sin socavar la presunción de inocencia que por supuesto debe cobijar con todo su abrigo al presidente de Ecopetrol– con la justicia, la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría y el Consejo Nacional Electoral, CNE.

De hecho, el más reciente embrollo de Roa –que lo obligaría por ética, por gallardía y por el interés nacional que implica que la compañía que dirige aporta el 2 % del producto interno bruto del país, a dar un paso al costado– empezó por la inquietud legítima de evaluar qué tanto se estaba averiando la reputación de la estatal petrolera con el ruido de anomalías que pueden sugerir las posibles irregularidades en la financiación de la campaña presidencial que llevó a Gustavo Petro a la Casa de Nariño, la supuesta injerencia en la gestión de los contratos en el sector aéreo y el presunto direccionamiento de la contratación en una hidroeléctrica del noroccidente del país.

Y, paradójicamente, este contrato de agosto de 2024 que empezó en la elevada suma de 875 mil dólares para establecer los perjuicios ocasionados a la compañía mejor ranqueada en el índice bursátil colombiano luego escala vertiginosamente a los 5,8 millones de dólares y además con aparentes episodios de espionaje a 70 altos cargos de la empresa, sus filiales y su junta directiva.

Todo esto se le junta en la mesa a Roa y en sus manos está la posibilidad de dar un buen paso, el de retirarse de la compañía y corregir el rumbo para afrontar los cuestionamientos de los entes de control penales, disciplinarios, fiscales y electorales.

Pero también es cierto que todo huele mal en el desenlace que pudiera tener este nuevo escándalo que sacude al Ejecutivo, otro más en la abultada lista que ya acumula el jefe de Estado en su inacabable colección de episodios que han minado la confianza de muchos que se han ido bajando del bus del petrismo. Con un enroque enviándolo al Ministerio de Minas, el presidente le tiraría, al menos por ahora, un salvavidas a Roa para que sus procesos pasen de la Fiscalía a la Corte Suprema.

Los enredos judiciales no son las únicas razones por las que Ricardo Roa debió salir hace rato de la presidencia de Ecopetrol, pues en materia de resultados la gestión que ha desempeñado durante los dos últimos años tampoco lo acompaña.

Cuando asumió la jefatura de la petrolera los ingresos eran de $34,3 billones y las utilidades de $4,1 billones, y ahora se han desplomado los ingresos a los $31,3 billones (han caído un 8 %) y las utilidades a los $3,1 billones (han bajado un 23 %). La compañía exportó 2.332 millones de dólares en el primer trimestre de este año, un 19,6 % de participación; le dejó a Colombia en 2024 en impuestos, regalías y dividendos más de $40 billones e invierte en la economía del país unos 1.200 millones de dólares.

La acción de Ecopetrol ha disminuido su valor de $2.000 a $1.770, con un volumen de negociación de los $29 mil millones diarios, y en el índice del Colcap –compuesto por la veintena de acciones de las compañías colombianas más tranzadas–, baja en su ponderación del 10,5 % al 9 % y desciende al cuarto puesto, con un ADR – certificado de acciones de compañías fuera de los EE. UU.– cayendo un 9 %. Frente a este asunto, accionistas de la compañía han evaluado demandas en su contra por la caída en el valor de sus ADR luego de los anuncios sobre la venta de sus operaciones de fracking.

Si al Gobierno y a Roa en verdad les importa el país y por consiguiente estiman el invaluable aporte en varios frentes de su empresa insignia, que sin duda es una institución, deben hacer lo correcto y de manera urgente. La iguana no resiste perder un kilo más, está demasiado flaca, o “más delgadita”, como la describió Roa al presentar su más reciente informe financiero.