Para un periódico resulta siempre incómodo verse convertido en protagonista de la noticia. Lamentablemente, una vez más EL HERALDO ha centrado la atención informativa a raíz de la retención de dos de sus periodistas, Cheyenne Luján y Mery Granados, que cubrían ayer una protesta de estudiantes.
Una marcha, por cierto, escasamente seguida, pero que logró alterar la normalidad de la ciudad porque los participantes, muchos de ellos encapuchados, bloquearon durante más de cuatro horas la neurálgica Vía Circunvalar, pese a que habían pactado con las autoridades ocupar solo un carril. Durante el bloqueo se produjeron diversos conatos de violencia entre conductores y vecinos con los manifestantes.
En este contexto intervino el Esmad, que dispersó la protesta, desbloqueó la transitada vía y retuvo a 18 personas. Entre ellas iban las dos reporteras de este diario y el fotógrafo independiente Carlos Cordero.
Debemos aquí precisar que, en contra de algunas versiones oficiales que han circulado, las periodistas de esta casa portaban sus preceptivas acreditaciones profesionales. Además, desde un principio las autoridades estaban informadas de su presencia en el lugar a través de los monitores del puesto unificado de mando.
En un momento dado, tras ser increpadas por algunos estudiantes, que las acusaron de ser “infiltradas” de la Policía, decidieron guardarse los carnets para continuar con su trabajo. Al llegar el Esmad, una de las reporteras exhibió en todo momento su carnet con el brazo en alto, mientras la fotógrafa captaba junto a ella las imágenes. Algunos agentes del Esmad las conminaron a apartarse del lugar y, como continuaban trabajando, las introdujeron a la fuerza, junto a varios manifestantes, en un camión, pese a que se seguían identificando como periodistas. Al llegar a la estación de Los Almendros, los reporteros fueron dejados en libertad.
En estos días de convulsión que vive el país, no hemos cesado de invitar a todos los colombianos a la serenidad, y ahora que somos el foco noticioso queremos ser más coherentes que nunca con este principio. Sin embargo, más allá de las críticas que quepa hacer a quienes bloquearon la Circunvalar, tenemos la obligación de reprobar la actuación policial de ayer en lo que concierne a los informadores, quienes han contado y cuentan con todo nuestro apoyo.
Es en los tiempos difíciles donde más se pone a prueba la fortaleza de la democracia frente a quienes intentan minarla. Sabemos que hay circunstancias complejas que en ocasiones pueden dificultar la intervención ordenada de la fuerza pública, pero es imperativo extremar las cautelas en las actuaciones. No solo para eliminar posibles injusticias, sino, en el caso que hoy nos ocupa, para evitar cualquier tentación de impedir el libre ejercicio de la información.