El V Congreso Internacional en Prácticas y Justicia Restaurativa, que se celebra en Barranquilla, está poniendo bajo la lupa un tema de la máxima importancia para nuestra sociedad: la delincuencia de los adolescentes.

De acuerdo con los datos aportados por la ministra de Justicia, Margarita Cabello, durante la instalación del evento, cada año ingresan en el Departamento del Atlántico unos mil adolescentes en el Sistema de Responsabilidad Penal, de los cuales en torno al 40% son reincidentes.

Son unas cifras que deberían preocuparnos por un doble motivo. En primer lugar, por el elevado número de muchachos que, en lugar de estar estudiando o labrándose un futuro laboral, ya han caído en las garras de la criminalidad. Segundo, porque el alto dato porcentaje de reincidencia refleja que algo no está funcionando bien en los procedimientos de reinserción, que, en teoría, deben reeducar a los jóvenes delincuentes y prepararlos para defenderse en la vida dentro de los márgenes de la legalidad.

Si bien el panorama es inquietante, llama al optimismo el empeño que están poniendo el Ministerio de Justicia y la rama judicial, bajo la batuta de la exmagistrada Cabello, para dar un vuelco a la forma de atender el espinoso tema de los adolescentes delincuentes.

La expresión clave en este materia es “justicia restaurativa”. Esta modalidad de aproximación a la criminalidad fue introducida en el país con la Ley de Infancia y Adolescencia de 2006 y supuso en su día un importante avance en materia de protección y apoyo a la población joven, que por su inexperiencia es de alta vulnerabilidad. Sin embargo, queda aún un largo trecho por recorrer para que el mecanismo funcione con la eficacia debida.

El objetivo de la justicia restaurativa es que el adolescente que comete un delito sea conducido a reconocer su falta, a arrepentirse sinceramente de ella y a resarcir de algún modo a la víctima, en un proceso en el que esta es invitada a participar de modo activo.

Esta clase de justicia, que se ha popularizado desde comienzos de este siglo, se contrapone a la denominada justicia retributiva, consistente en sancionar, condenar y encerrar al delincuente. Al menos para los jóvenes, esta no es eficiente, según subrayó con tino la ministra.

Ahora bien, tal como también se destacó en el evento no existe mejor justicia que la prevención del delito. Y esto solo se consigue mediante la construcción de un entorno edificante para el menor, en el que juegan un papel clave la familia, el colegio y la políticas públicas, incluidas las que promueven la equidad. Aquí es, sin duda, donde más hay que trabajar.