La economía colombiana presentó un crecimiento del 3,6 % en el tercer trimestre del año en curso. Así lo dio a conocer el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) con los resultados consolidados del Producto Interno Bruto (PIB).
Este resultado incluso estuvo por encima de las expectativas del Banco de la República y el mercado en general, quien pronosticaba un crecimiento de al menos un 2,8 % y un máximo del 3,4 %.
En ese sentido, diferentes gremios y expertos se han pronunciado, particularmente porque se reveló que el gasto de consumo final del Gobierno se incrementó en un 14,2 %.
Bruce Mac Master, presidente de la Andi, indicó que al analizar el crecimiento económico desde la perspectiva del gasto preocupa que el mayor impulso venga de parte del gasto público precisamente en un momento donde las finanzas públicas son sumamente complejas.
“En lugar de tomar medidas estructurales para resolver las finanzas lo que encontramos es un gasto público desbordado que se manifiesta tanto en el análisis del PIB como desde el gasto, registrando tasas, 8 % y 14,2 %, respectivamente”, aseguró Mac Master.
Por su parte, la Dirección de Investigaciones Económicas de Bancolombia, sostuvo que el Gobierno Nacional Central volvió a ser uno de los principales aportantes al crecimiento del PIB – a pesar de las afugias fiscales y de liquidez –. “Esto fue consistente con un abultado déficit fiscal en el tercer trimestre”.
Agregan que la dinámica estuvo marcada por una heterogeneidad sectorial: los servicios mostraron ritmos de avance destacados, mientras minería y construcción permanecen en contracción anual.
“Sin embargo, ambos sectores afectados lograron un repunte trimestral que podría ser una señal de recuperación”, detallan.
Jackeline Piraján, economista de Scotiabank, manifestó que el aumento del gasto del Gobierno estuvo explicada en gran medida por aumentos en los pagos, especialmente en el sector de defensa, y por una mayor contratación que podría estar asociada al periodo electoral que se avecina.
Al analizar la lectura por demanda, Piraján dijo que el consumo de los hogares se mantiene robusto. La demanda interna total en la economía se expandió un 5.0%, superando el crecimiento de la producción interna (PIB del 3.6%).
“Esta brecha genera una mayor necesidad de importaciones, lo que se traduce en un incremento del déficit de la balanza comercial, ya que las importaciones crecieron un 10.0% en contraste con las exportaciones, que solo lo hicieron en un 2.2%. Dentro del rubro de demanda interna, la expansión fue impulsada por el consumo general, que creció 5.7%, con una importante contribución del gobierno, cuyo gasto se expandió en 14.2%”, señaló.
Recordó que en la parte que sigue rezagada frente a la economía total, tenemos la construcción y la minería.
“En construcción, observamos una contracción del 1.5%, explicada principalmente por la menor actividad en la construcción de edificaciones, que incluyen unidades de vivienda y otros usos como oficinas. Por su parte, la minería exhibió una contracción del 5.7%, reflejando menores producciones de petróleo, carbón y otros minerales estrechamente asociados a la actividad de construcción, que fueron los que más descendieron en este periodo”, precisó.
Mauricio Hernández-Monsalve, economista de BBVA Research, afirmó que el gasto de consumo final, privado y público, fue el principal motor del trimestre, apoyado en más empleo, salarios reales holgados, otras fuentes de ingreso de los hogares y un gasto público elevado.
“El impulso al alza provino del gasto de consumo final —privado y público—, que explicó 5,1 pp del crecimiento total. En otras palabras, su aporte superó la variación del PIB; el resultado agregado se moderó por el arrastre negativo de la demanda externa neta”, sostuvo.
Añadió que este dinamismo se sustentó en un mercado laboral que siguió creando empleo (formal e informal), salarios reales creciendo con holgura sobre la inflación (casi el doble) y otras fuentes de ingreso de los hogares: remesas; contratación pública con juntas de acción comunal y cooperativas populares, cuya rentabilidad / utilidad se traduce más en consumo que en inversión; trabajos al exterior (ingenierías, programación, BPO/call centers, streaming); turismo receptor; y mejores precios de algunos commodities (como el café).
“Las economías ilegales, que también aportan, lo hacen de forma marginal, localizado geográficamente y no explican por sí solas el resultado. Además, el mejor ánimo de los hogares (confianza en 1,5 puntos en el tercer trimestre y 4,3 en octubre), la aceleración —aún gradual— del crédito de consumo y la reducción de la mora y de la carga financiera liberaron ingresos antes destinados al servicio de la deuda, que se redirigieron principalmente a gasto y, en menor medida, a ahorro (este último creciendo menos que los ingresos)”, explicó el economista.
Y concluyó: “En etapas de recuperación económica, la mejora del ingreso real y la normalización del crédito detonan compras de reposición / actualización (vehículos, electrodomésticos, muebles, tecnología), por lo que crecen más que el PIB y traccionan comercio, transporte y logística; cuando el ciclo se enfría, esas compras se posponen, se ajustan inventarios y aparecen descuentos, amplificando la desaceleración. La alta participación de importados en varios de estos bienes refuerza además la tracción sobre las importaciones en las fases alcistas”.





















