La despedida fue espontánea, pero entusiasta y hasta emocionante. No hubo una convocatoria abierta y oficial para darle el adiós a Junior por su viaje a Medellín para el segundo partido de la final, tal vez porque varios hinchas consideran 'de mala suerte' estos eventos que en el argot del barrismo se conocen como 'banderazos'.
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Sin embargo, muchos fanáticos tiburones se hicieron presentes con alegría y energía para brindarle una última dosis de aliento al equipo que luchará por la décima estrella de la historia del club.