Compartir:

No siempre el talento es la llave segura al éxito. Las cualidades innatas que brinda la vida hay que pulirlas y desarrollarlas, no solo en lo físico, también en lo mental. Ejemplos de jugadores colombianos talentosos que se quedaron en promesas hay por doquier, pero los que más lamento producen son aquellos que estaban llamados a ser estrellas mundiales y, por malas decisiones, desviaron su camino para terminar refundidos en el olvido.

Dos casos del pasado, Johnnier Montaño y Juan Pablo Pino. Uno del presente —aún con tiempo de reconducir su camino—, Marlos Moreno. Los tres salieron muy rápido del ‘cascarón’ para deslumbrar al mundo, pero por diferentes motivos ninguno, a pesar de sus grandes cualidades, terminó marcando diferencia en el plano internacional.

Montaño se refugió, desde hace años, en el fútbol peruano, donde aún sigue dando ‘lidia’ (en la Academia Cantolao), luego de su paso fugaz por el Parma, donde llegó procedente del América de Cali. A los 16 años, debutó con gol en la Selección Colombia, en una Copa América. El volante vallecaucano estaba destinado a ser la nueva joya del fútbol colombiano, despertando el interés de los grandes clubes del mundo, pero así como la espuma, su fama se desvaneció de un momento a otro. El licor y la rumba acabaron con la carrera de uno de los jugadores con mayor proyección en la historia del fútbol de nuestro país.