Junior volvió a tocar la gloria y, en medio de la celebración, Javier Báez dejó declaraciones que reflejan el espíritu con el que el equipo afrontó el camino hacia el campeonato. Con un tono distendido pero cargado de convicción, el jugador destacó la confianza que mantuvo el grupo a lo largo de la temporada y el trabajo silencioso que terminó dando frutos.
“Guardé este habano todo el año, porque sabíamos que íbamos a ser campeones”, confesó Báez, entre risas, al recordar que la certeza del título estuvo presente incluso en los momentos más complejos del torneo. El futbolista reconoció que el equipo arrastraba una desilusión previa, pero que supo transformarla en motivación. “Siempre dije que estábamos desilusionados por el cuadrangular de un punto, pero fuimos humildes y trabajamos”, afirmó.
Más allá de lo deportivo, Báez dedicó el campeonato a su familia, pilar fundamental durante un proceso marcado por sacrificios fuera de la cancha. “Más que nada le quiero dedicar el triunfo a mi esposa y a mis dos hijas. Hubo momentos malos en Paraguay y ellas no estaban cómodas, pero la humildad de mis niñas es increíble”, expresó con emoción. Incluso recordó una anécdota que hoy cobra un significado especial: “Mi hija menor me dijo que iba a ganar el título. Ante Nacional me dijo que iba a ganar la medalla y hoy se la llevo”.
El experimentado jugador también puso en contexto el valor de este nuevo logro en su carrera profesional. “Son cuatro títulos. Es mi tercer país: Paraguay, Argentina y Colombia, gracias a Dios”, señaló, dimensionando un campeonato que se suma a su recorrido internacional y que refuerza su aporte al Junior campeón.
Las palabras de Javier Báez resumen el sentir de un plantel que encontró en la humildad, la fe y la unión familiar la fórmula para volver a celebrar y escribir una nueva página dorada en la historia del conjunto rojiblanco.




















