Compartir:

Uruguay fue cuarto del mundo en Sudáfrica 2010, y es finalista de la copa América 2011, por tanto, con todo derecho puede alardear de ser el equipo del momento en Suramérica.

Tiene todos los atributos de los equipos pequeños: orden defensivo, entrega física, solidaridad en el esfuerzo. Pero también tiene el aporte de grandes jugadores (Luis Suárez, Forlán…), que le cualifican, ofensivamente, su estilo contenido y de fragor. Su gran virtud, no cabe duda, es su carácter. Posee una actitud de lucha y coraje permanente. Aún, en las más difíciles situaciones. El ímpetu y la exposición física de sus jugadores a la hora de ir a disputar cada balón por arriba o por abajo, muchas veces caminando peligrosamente en los límites del reglamento, logra maniatar al rival y disimular sus propias debilidades técnicas.

Está convencido de que esa es la horma que mejor le calza. Uruguay es competitivo y eficaz, pero no es cautivante. Obtiene resultados, producto de su sincera entrega grupal, pero no es fascinante. Le ganó convincentemente a Perú, y todos los uruguayos se sienten orgullosos. Además, logra que todos le reconozcamos su pundonor y amor por la camiseta. Lo que no creo que logre, es emocionar a un neutral observador del fútbol. Porque le sobra sudor, pero le falta estética. Pero es finalista de la copa, y con justicia.

Enfrente estará Paraguay, convenciéndonos de que sin ganar, se puede ganar. Que la suerte también juega, y que a veces lo hace a favor del que peor juega. A los guaraníes pareciera que sus mejores argumentos, aquellos relacionados con la voluntad y no mucho con la calidad pero que lo hacen un equipo compacto y competitivo; el orden defensivo, la agresividad y constancia en la presión, la imponencia en el juego aéreo, se le hubieran agotado en Sudáfrica.

Hoy es finalista, básicamente por la imperfecta definición de los rivales, las atajadas de Villar, nervios mejor controlados a la hora de los lanzamientos desde el punto penal, y por un sistema de campeonato que le da cabida a la mediocridad ( fue el peor tercero). Si recobra parte de sus fortalezas, incomodará a Uruguay, y elevará sus aspiraciones. Si no, volverá a darle el rol protagónico a la suerte. Y esa es muy veleidosa. Una final que celebrarán los hinchas del ganador. Pero creo que el mundo del fútbol no tanto.

Por Javier Castell López