El Heraldo
Opinión

“Los atajos”

Si, creo que el planeta de los merecimientos ha sido invadido y colonizado por el de los logros que omiten el camino y legitiman el atajo. Se burlan los valores, la academia y la investigación. 

“No se preocupe si no se premia un proceso que obtuvo menos de lo que merecía. Hoy se premia como bueno, algo que no lo es, algo que es casual u oportunista. La injusticia está en todas partes, es común. Como es común enseñar que el atajo también lleva al objetivo” – Marcelo Bielsa - (entrenador de fútbol) 
Siento un amor especial hacia el fútbol, en varias ocasiones lo he revelado. En estas líneas lo he expuesto y en mi cotidianidad lo contemplo, lo abrazo, lo huelo, lo persigo y lo merodeo como quien se aproxima con cautela a la hora dorada de un atardecer. De hecho encuentro cierta similitud entre ambos, pues el balón es como el sol y no digo solo por su forma, sino por lo que poderosamente los dos  atraen; las historias que se tejen a su alrededor, sus brillos y sus sombras, sus reflejos en el iris de quien los observa, y claro, las voces derivadas y las reflexiones sutiles que emergen desde el fondo de la honestidad cada vez que estamos expuestos a uno de ellos. La poesía, la literatura, la música, el cine entre otros han encontrado en el ocaso y en el fútbol, un alimento altamente inspirador. Un motivo. 

Quienes han parafraseado el fútbol y lo han tejido con la vida, y quienes han convertido en terciopelo los colores de un atardecer, han constituido un hecho prodigioso que acaricia el espíritu, son tan vigentes como el cielo, en ellos habita la atemporalidad como esencia.

“No se preocupe sino se premia un proceso que obtuvo menos de lo que merecía. Hoy se premia como bueno, algo que no lo es, algo que es casual u oportunista. La injusticia está en todas partes, es común. Como es común enseñar que el atajo también lleva al objetivo”

He olvidado el momento exacto, la fecha en la que Bielsa se lanzó con esta perla. Pero eso es, evidentemente secundario, lo importarte es la trascendencia de lo dicho. 

Si, creo que el planeta de los merecimientos ha sido invadido y colonizado por el de los logros que omiten el camino y legitiman el atajo. Se burlan los valores, la academia y la investigación. 

Se desconocen los procesos y más aun, se saltan, se hacen innecesarios. La locura de ambición es insaciable, el poder y el dinero se ha incrustado en el eje de los propósitos y, mientras tanto, la sociedad se infecta de estos vicios, se desdibuja y se revuelve entre la miel de las cosas increíbles por lograr, sin darse cuenta que a su vez, emana de su piel y su mirada, la incapacidad absoluta de resolver las situaciones más elementales de la vida cotidiana. Lo  podemos ver en todo, seguramente cada uno de nosotros tiene un ejemplo a la mano. Visible, palpable y nombrable. Si los pusiéramos en la mesa del diálogo como ejercicio tribal o catártico y los uniéramos por las puntas o hiláramos su historia de voz en voz, seguramente tendríamos uno de los pod casts más taquilleros de “casos de éxito” o porque no? una nueva red social. 

De cierta manera hay una morbosidad repugnante por hacerse visible, por amar la posesión ya sea de bienes, de likes, de opinión, de acierto o de trofeos, sin importar el cómo. La vanidad, la mentira y el engaño hacen que se sienta imposible creer que alguna reforma, avance o planteamiento, puedan resolver problemas determinantes de la sociedad y, si alguien se atreve a presentar una ruta diferente, es satanizado inmediatamente. Se olvida y minimiza que la gran tarea de transformación está en el alma y el corazón de cada uno y, es sensato proponerlo sin secretos ni discreción, a ver si un día, se premia lo correcto, se evita lo inmoral, y se acaban los atajos.    

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